sábado, 27 de marzo de 2010

Sueño cumplido

En el matrimonio a veces tambien nos podemos extralimitar un poco. La idea siempre es disfrutar y cumplir nuestros sueños mas eroticos.

Desde siempre, mi fantasía erótica era ver a mi mujer ser envestida por varios hombres a la vez, mi morbo enaltecía al conjeturar alguna forma de que ella accediera a mi pedido, a veces, disfrutaba imaginando como sería verla embadurnada de las leches de muchos hombres hambrientos por devorarla, pero siempre se negó, creo que en aquel entonces, era muy dama para aquellos actos impúdicos.

Aquella noche, invité a unos amigos a casa para ver un partido de fútbol en la televisión, preparamos algunos tragos y cenamos algo ligero, al fragor del fútbol los tragos se fueron intensificando y la borrachera llegó de prisa, casi a la media noche, varios de mis amigos se fueron, pero, afortunadamente, para mí, se quedaron tres de los mas cercanos, aquellos a los que alguna vez les había contado de mi morboso sueño erótico.

Patricia, mi mujer, había estado compartiendo con nosotros toda la noche, ella también es fanática de los deportes y le agrada, de vez en cuando, compartir con mis amigos algunos tragos, por eso, continuó sentada con nosotros en el living de la casa y se acomodó cerca de mí, como queriendo resguardarse.

Continuamos la juerga hasta que por fin Patricia se embriagó, lo que para mi fue perfecto, ya que había estado esperando toda la noche a que eso sucediera, supuse, que con unos tragos demás, podría convencerla fácilmente de acceder a mis propósitos y que por fin la tendría donde que quería, en la alfombra de mi casa, siendo abordada por tres de mis mejores compañeros.

Aguardé el momento adecuado para ponerme de acuerdo con mis amigos para buscar la forma de abordarla, y ellos estuvieron de acuerdo, en que yo debía dar el pie para tal episodio, tenía que excitarla descaradamente frente a ellos, para lograr desinhibirla e intentar que no se diera cuenta como de, a poco, ellos comenzarían su tarea; y a si lo hice. Esperé que saliera del baño y la acomodé a mi lado, conozco muy bien sus puntos débiles, por lo que poner mi mano cerca de su pubis fue suficiente para sentir un pequeño sobresalto de ella, lo que me anunció, que estaba de acuerdo en que continuara, después de eso, metí mi mano por debajo de su falda y comencé, lentamente, a acariciar su clítoris, ella se entregó sin problemas, el alcohol debió haber echo un efecto afrodisíaco en su cuerpo, pues, me ayudó, casi descaradamente a tocarla y poco a poco comencé a sentir sus fluidos llegar.

Metí un dedo en su caverna y logré sacarle un pequeño quejido, mientras, mis amigos intentaban disimular el morbo y la emoción que les producía estar casi listos para aquella nueva aventura, por eso, seguían conversando el fútbol y de diversos temas triviales, Patricia seguía excitándose con ya dos dedos míos dentro de su caverna, a esa altura, manaba vívida, litros de su calor.

El momento deseado por mí llego de súbito, Patricia no aguantó más su calentura y me besó lujuriosamente, tanto, que logró que nos cayéramos del sofá a la alfombra, justo donde yo la quería tener.

José, uno de los más osados, me había sugerido que le vendara los ojos, para que la fiesta fuera más prodigiosa, y mientras nos besábamos, lo hice, al principio ella se molestó un poco, pero luego accedió sin problemas, entonces, al oído, y con voz suave y cariñosa, le prometí que la haría disfrutar de una noche que jamás olvidaría.

Seguí besándola mientras mi amigo, lenta y eróticamente, comenzó a sacarle la ropa, Patricia es una mujer muy bella, su cuerpo es espectacular, sus senos son tan grandes que a veces creo perderme en ellos y su culo tan inmenso, que cuando la tomo por detrás a veces, creo que ni me siente, su cintura es pequeña y su olor, sobretodo su olor, es increíblemente delicioso, casi comparado a olor de una rosa recién salida, por eso, creo que para mi amigo, fue un agrado desabrocharle su blusa y ver aparecer aquellas montañas con los pezones rozados y erguidos hacia el cielo, ya que no pudo contenerse y se fue raudo a succionarlos, haciendo que mi mujer casi diera un grito de placer.

Fue en ese momento cuando decidí retirarme a observar y cuando los demás se agregaron al festín, Mauro se encargó de sus partes íntimas, sacando con suavidad su ropa interior, y escarbando lujurioso por su pubis amplio y bien dotado, yo me acomodé en el sillón y saqué mi fuerza contenida fuera de mi pantalón, a esa altura, estaba tan duro que incluso pensé que no podría resistir mucho tiempo sin llegar al orgasmo, pues estaba siendo partícipe de lo que tanto había soñado,

Francisco fue algo mas renuente a participar, pensé que era el pudor que se apoderaba de él, solo observó quieto la escena y se dedicó a masturbarse junto conmigo, Mauro y José, se encargaban de excitar a mi mujer en grado zumo, mordiendo con finura sus pechos y hurgueteado su clítoris con una lengua ancha que ya casi la quería en mis testículos, la situación era dantesca, mi sexo se estiraba tanto que pensaba que estallaría en aquel momento.

La fuerza de sus carnes penetrando profundamente en cada uno de los lugares más exquisitos de mi esposa era un momento digno de ser plasmado, todo lo que le hacían era recibido con gozo por ella, que estaba entregada a la lujuria y al gusto que le propinaban mis dos camaradas, uno, penetrándola afanosamente por su caverna embadurnada de litros y litros de deliciosos jugos paridos con ganas de ser esparcidos por todo su cuerpo, y el otro, metiendo y sacando su enorme pene de su boca, disfrutando de el roce y la succión de sus labios hambrientos por probar el néctar de la seducción.

Mi tercer camarada continuaba mirando la escena sin atreverse a participar, yo seguía con mi frenética masturbación y él solo se limitaba a observar sediciosamente mi acto, debo reconocer que jamás me imaginé que podía ser del gusto de mi compañero, hasta que de pronto lo vi venirse raudo hacia mí para tomar mi fuerza y metérsela ensimismado en su boca, con una succión tan grande, que casi logré sentir su garganta, lo que me provocó un pequeño grito de desesperación y gusto, todos, acepto mi mujer, se percataron de la situación, pero a ninguno de mis camaradas pareció impórtale, yo me entregué ardiente a aquella lengua exquisita que acariciaba mi glande con sutileza y maestría y me conferí a una experiencia deliciosa y bienvenida de sentir y ver a Francisco masturbándome y chupándome frenéticamente, en mi parte mas íntima.

Los quejidos se apoderaron de todo el lugar, mi esposa seguía siendo acaparada por mis dos amigos y yo observaba feliz la situación, ambos, la tomaban de las maneras mas estrambóticas y diversas, la arrodillaban en el suelo y la sometían a ser penetrada salvajemente por su ano, a lo que mi mujer respondía con gritos de desesperación y lujuria, no podía creer estar presenciando tan magno evento, todo se estaba realizando como lo había soñado, incluso tenia en mi poder a mi buen amigo Francisco, que para esa altura, me tenia casi a punto de eyacular, cuando me ofreció que cabalgara sobre él, a lo que no pude negarme, le bajé el pantalón y sin ni siquiera lubricarlo, lo clavé fuertemente, hasta el fondo, con toda mi fuerza, con toda mi hombría y con todo el morbo que nacía de los más profundo de mi ser.

Mientras penetraba a mi amigo, mis dos camaradas estaban casi listos para eyacular, y mi mujer estaba casi desmadejada en la alfombra, creo que para ser su primera vez se sentía extasiada con tanto placer, por eso, apuré mi causa y quise que los cuatro acabáramos al unísono, fueron necesarios solo pequeños gestos para ponernos de acuerdo, la deformación de nuestros rostros nos delataba, era hora de tocar las estrellas.

Mi cadencia se hizo más intensa y con ello, los bramidos de mi compañero, lo clavé con una intensidad increíble, quería regar mi leche dentro de sus partes íntimas, y así lo hice, cuando comencé a sentir mil espasmos recorrer mi cuerpo, supe que estaba regando todo, absolutamente todo mi semen dentro de su ano.

Por un momento levanté mi vista y vi, lo que en ese momento era la guinda de la torta, Patricia estaba siendo regada por la emulsión caliente y recién parida de ambos amantes furtivos, todo su cuerpo era invadido del semen de mis compañeros, ella estaba tirada, exhausta, hermosa, exquisita, plena, todavía estaba vendada, por lo que no me vio en mi osadía, los amigos se reincorporaron y continuaron la juerga, mi mujer estaba totalmente desinhibida y se quedó con nosotros, la madrugada se hizo presente y Patricia me tenía preparada una sorpresa.

Al oído, me ordenó mi turno para domarla, yo no podía creerlo, quería que yo le hiciera el amor ahí, justo ahí, delante de todos, no pude negarme, comencé a besarla y a tocar indiscriminadamente su cuerpo, olía a sexo, olía a semen de otros hombres, pero era mía, siempre ha sido mía y ahora era el momento de demostrárselo a todos, no fue necesario dirigirles la palabra , todos sabían que era mi turno y que ambos queríamos que ellos fueran participes de nuestro amor, por eso, con fuerza, la despojé de su poca ropa, y en el sillón como un loco la hice mía, mil y una vez a vista y paciencia de mis compañeros, con ganas, con morbo, con fuerza, con mucha lujuria, mis amigos se masturbaban y yo cabalgaba en mi esposa, domándola, sutil y fuertemente, ella mamó mi pene con maestría, dichosa, y degustó de mis fluidos hasta dejarme seco, hasta quedarme dormido, exhausto, no supe a que hora se fueron mis amigos, solo sé que, que esa noche, fue increíble.

Autor: DuLcEaBiSmO

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