sábado, 27 de marzo de 2010

Trio para tres

Un sueño que se hace realidad, una fantasía que deja de serlo, una historia contada desde dentro

Hace unos días envié un relato en el que mi mujer me desvirgó. Una experiencia única para el hombre. Con esto no quiero menospreciar la calidad de las mujeres a la hora del sexo, pero es diferente, no es mejor pero tampoco es peor, insisto, es diferente. Tan placentera una sensación como la otra y experimentarlas ambas no hace mal a nadie, más bien lo contrario.

Haber sido desvirgado abrió mi mente. Limitarse a practicar el sexo de forma tradicional o simplemente esperar placer sin darlo a cambio, es algo que se escapa de mi entendimiento. Para disfrutar del sexo es necesario que, al menos dos personas del mismo sexo o distinto, estén de acuerdo en todo aquello que están dispuestos a dar y recibir y nunca extralimitarse en aquello que no guste al otro.

En base a estos principios nuestra relación sexual es muy abierta, tanto en los actos como en las conversaciones en esta materia. La lectura de relatos eróticos en cualquiera de las facetas que están publicadas en las distintas categorías, me permite expandir las fantasías más allá de lo que teníamos acostumbrados a soñar.

Después de la lectura de un relato concreto, mi imaginación despertó la curiosidad de invitar a una tercera persona en nuestras íntimas relaciones. Mi propuesta la expuse durante una romántica cena en un céntrico restaurante. Con susurrante voz, fui introduciendo el tema hasta despertar en mi mujer la inquietud de mi deseo. Un trío; ella, yo y quien ella eligiera. Para alcanzar este deseo es necesario que esa tercera persona sea de su agrado y complacencia, de esta manera es difícil el rechazo por su parte a la hora de llegar al punto que se busca.

Durante algunas noches, cuando el sexo hace acto de presencia, susurraba en su oído nombres de conocidos o amigos de ambos. Amigos a los que buscaba una reacción de aprobación por su parte. Tras varios intentos en distintas noches, noté algo especial, un comportamiento de excitación superior al de otras ocasiones al nombrarle a José María. Instaba a que pensara en él, que era nuestro amigo el que se encontraba con ella en ese momento, reaccionando de forma positiva al oír su nombre.

Fuimos al salón. Comencé a hablar de nuestro amante imaginario. Su respuesta ante mi pregunta fue muy concreta. "¿Y después qué?. Una pregunta como respuesta esperando la mía, no era muy esclarecedor, pero si era orientativo. De haberlo rechazado, no hubiese preguntado por el "después", se hubiese limitado a decir "no", por lo tanto se había abierto una puerta a favor de una nueva experiencia.

José María es un buen amigo desde hace varios años. Separado, sin compromiso. Buena persona y en la que se puede confiar de verdad. Atractivo para mi mujer y con unos dotes de educación y discreción que le hace el candidato ideal para estos menesteres.

Tras varias charlas en relación con el tema, decidimos una tarde de sábado intentar alcanzar esa situación que tanta saliva nos había hecho gastar.

Alquilamos una casa rural para el fin de semana en la provincia de Valladolid. Una casa con auténtico decorado antiguo, cuidado aspecto en suelos, techos, paredes, muebles, útiles de concina, dormitorios, salón y aseos. Le invitamos. Aceptó encantado, al fin y al cabo fuimos los únicos amigos que estuvimos a su lado durante el doloroso proceso de divorcio.

El viernes por la tarde, subimos al coche camino de nuestro lugar de descanso y quizás nuestro primer intento de hacer realidad nuestra fantasía.

Nos acomodamos en las habitaciones bien dispuestas, limpias y con ropa de cama con un olor campestre aceptable. Dentro de nuestra habitación, mi mujer se quedó desnuda para entrar al baño y refrescar su maravilloso cuerpo. Yo me limité a ponerme un bañador y salir hacia la cocina y mirar en qué condiciones se encontraba.

Como es lógico, no había nada de comestibles ni bebidas. Volví a mi habitación para vestirme nuevamente. Mi mujer se estaba poniendo el bikini y una blusa que apenas le tapaba los muslos. Le propuse quitarse la ropa interior y aceptó desprenderse únicamente del sujetador.

Así salió al salón donde se encontraba José María sentado en el sofá ojeando unas revistas de publicidad de la zona. Al momento me presenté vestido nuevamente para marcharme a comprar algo para la cena y bebidas. Quisieron acompañarme pero mi insistencia de ir solo pudo con su obstinación.

En el centro comercial, llenaba el carro con todo aquello que más nos gusta sin olvidar algo de alcohol y el hielo. Habían transcurrido una hora aproximadamente desde que salí de casa. Mi imaginación me engañaba, puesto que mientras compraba, pensaba que ambos estarían ya haciendo aquello por el que habíamos ido a ese lugar. Quizás eran los deseos que ocurriera algo, pero no podía ser tan fácil ni rápido. Conozco a mi mujer y a José María, ninguno de los dos haría nada, quizás por miedo o por prudencia, pero sé que nada estaría pasando en mi ausencia.

Aun así, hice algo de tiempo antes de volver a casa. Me fui al bar a tomarme una cerveza antes de regresar.

Cuando llegué a la casa, los dos estaban por los alrededores dando un paseo, charlando, quien sabe de qué asuntos. Me ayudaron a sacar la compra del maletero para llevarlo a la cocina donde colocamos todo entre los tres. Estábamos cansados. Habíamos madrugado por la mañana para ir al trabajo. De todas formas, preparamos una cena ligera y al terminar unas copas nos acompañaron en una velada estupenda.

Sin darnos cuenta, las tres de la madrugada se presentó. María comenzó a bostezar de sueño, señal que nos propuso ir a dormir. Así lo hicimos. José María entró en su habitación dejando la puerta entreabierta y nosotros hicimos lo propio. La casa quedó a oscuras. Apenas podía conciliar el sueño. Después de dar vueltas sin conseguir dormirme, decidí levantarme. Mi mujer, desnuda sobre la cama y con la sábana que apenas le tapaba las rodillas, dormida. De camino al salón, me asomé a la habitación de nuestro amigo. También estaba desnudo, boca arriba, la luz de la luna que entraba por la ventana me permitía verle con claridad.

Los dos dormidos me permitía estar desnudo mientras me fumaba un cigarro en el balcón y mirando unas revistas de rutas por los alrededores. Un terrible susto me llevé cuando se aproximó José María detrás de mí, se había acercado con sigilo. También estaba desnudo como yo. No se lo reproché aunque se levantara mi mujer y nos viera así a los dos. Lo estaba deseando aunque no ocurrió.

Le preguntaba por su estado de ánimo tras el divorcio y muchas cosas más. Me envidiaba por tener a la mujer que tengo y la relación que mantenemos. Le provocaba para que me contara cosas de ella, pero su inteligencia, muy superior a la mía, impedía sacarle una palabra que él considerase fuera con segundas intenciones. Pero dejó caer una frase inconclusa que me hizo pensar. "Quien fuera …..".

El frescor de la noche nos permitía estar allí hasta las cinco de la madrugada que nos acostamos.

Por la mañana, mi mujer se levantó la primera, fue a la cocina para preparar los desayunos. Al pasar por la habitación de nuestro invitado especial, se quedó mirando su desnudez aunque solo pudo verle su prieto trasero al encontrase tumbado boca abajo. Se había levantado y se había puesto una blusa blanca, casi transparente y sin ropa interior. Al trasluz se le podía ver la silueta desnuda.

Después me levanté acompañando a mi mujer. Cuando habíamos terminado de tomar el café, José María se presentaba ante nosotros. Ella se levantó para prepararle el desayuno como lo hizo conmigo. Vi en ese momento la mirada de nuestro amigo siguiéndola hasta que desapareció tras la puerta. Al retirar su mirada, se dio cuenta que le observaba y me pidió disculpas por tal atrevimiento. Guardé silencio, pero por dentro sonreía pícaramente. Había conseguido mi objetivo, llamar su atención.

Cerca de la casa hay un rio. Remontando, hay una zona para bañarse según pude ver en la revista la noche anterior. Lo comenté a María y sin dudarlo se puso el bikini. Con el bañador ya puesto, solo tuvimos que tomar las toallas y unas chanclas.

Se bañaron una y otra vez, juegos y diversión, tomar el sol, leer un libro…. Mi atrevimiento en esos momentos me permitió quitarme el bañador para quedarme desnudo y ante la mirada atónita de ambos, entré en el agua para jugar con ellos un rato. Les propuse que hicieran lo propio, la sensación de bañarse desnudos era maravillosa y estarían muy a gusto.

Lo hicieron, tanto ella como él, se quitaron los bañadores pero lo dejaron en una piedra junto al agua. Invité a María a que abriera las piernas, así podría pasar por debajo buceando. Típico juego acuático. Después él tenía que abrir las piernas para volver a repetirlo. Después la propuesta entre ellos, aunque les avergonzaba en un principio, luego se convirtió en algo habitual. En una de esas ocasiones que se encontraban bajo el agua en sus juegos, tomé las prendas de baño y me las llevé hacia las toallas, de esta forma tendrían que salir desnudos los dos.

No salió bien la jugada, reclamaron sus prendas. Las acerqué para que se las pusieran sin reprocharme nada puesto que sabían que era una simple broma y a la primera vez que me las pidieron las entregué. Yo seguía desnudo, ante los dos. Era algo que no me preocupaba.

Volvimos a casa. Nos duchamos y salimos a comprar. Después de comer volvimos al rio a bañarnos. Volvimos a repetir la misma escena que la mañana. Yo desnudo, ellos con bañador.

Cuando empezó a caer la luz del sol, refrescaba lo suficiente como para no estar dentro del rio, ni tan siquiera en la orilla. María se metió entre unos matorrales con la intención de cambiarse, el bañador mojado y con el fresco del atardecer, le apetecía secarse y ponerse ropa seca. Solo había metido en la bolsa, la blusa semitransparente que fue lo único que puso. José María, se quitó el bañador sin esconderse en ningún sitio, pero con la precaución de hacerlo mientras ella estaba en el otro lado.

Decidimos cenar fuera de casa, unos pinchos, unas cervezas y unas copas, hasta que nos dieron las dos de la madrugada. El rio cansa y no teníamos muchas ganas de estar de fiesta. Volvimos a nuestro alojamiento donde preparé unos combinados con alcohol con unos frutos secos de aperitivo. Pasaban las horas y no ocurría nada de lo que habíamos previsto hasta que mi mujer decide tumbarse en el sofá con la cabeza apoyada en mis piernas y las suyas sobre las de José María.

Una blusa más transparente que la de la tarde, permitía ver su desnudez a través de la tela y la mirada de nuestro amigo apenas podía retirarla. María había tenido la idea de provocar la situación que andábamos buscando vistiéndose de la forma que lo había hecho y yo continué tal provocación con caricias sobre el pelo. Bajo mis manos hacia sus hombros para continuar con un sensual masaje.

Poco a poco desabrocho un botón de la blusa para permitir que mis manos continúen un poco más hasta que consigo llevar la yema de mis dedos entre sus pechos. María con los ojos cerrados, o al menos eso parecía, disimulaba su deseo. Yo recliné mi cabeza hacia el respaldo del sofá haciendo creer a José María que lo hacía de forma natural.

Sigo desabrochando la blusa hasta llegar casi al ombligo donde queda el último botón sujeto en su ojal. La tela de la blusa tapaba ligeramente ente sus pechos por la parte de arriba, mientras que por debajo la escasa tela tapaba sutilmente su sexo. Las manos de José María apoyadas sobre el asiento, no se atreven a moverse, no saben qué hacer o están esperando a alguna indicación de cualquiera de nosotros.

María, disimuladamente, agarra la mano de nuestro amigo para apretarla con firmeza. La lleva hasta uno de sus muslos para dejarla reposar con suavidad. Con los ojos casi abiertos contemplo aquello que deseaba. Él y yo nos miramos con complicidad, esbozo una sonrisa de aprobación dándole pie a que comience a acariciar la desnudez de sus piernas.

No necesitó mas ayuda, había aprendido el recorrido y descubierto alguno más. Pasaba la yema de los dedos entre los muslos sin llegar a tocar el sexo que ya se encontraba humedecido por la situación. María acepta todo lo que hacemos.

En este tipo de situaciones se me escapa el tiempo, desconozco cuanto pudimos estar así, tampoco me importa, la cuestión es que estábamos disfrutando del momento y de la realidad.

Las caricias de nuestro amigo comenzaron a ser cada vez más extensas recorriendo más cuerpo, más piel; le notaba su excitación a través del bañador, igual que la mía.

Bajé mi mano para soltar el último botón que tenía abrochado sin desnudar el tesoro que tiene entre sus piernas, privilegio que dejé a nuestro amante para cuando el decidiera desnudarlo.

Movía sus manos en un recorrido amplio por las piernas de María; de forma disimulada fue empujando la minúscula tela que le quedaba para dejar desnudo aquello que tanto deseo despierta entre los hombres.

Aquello no fue más que el pistoletazo de salida para retirar la parte de la blusa que tapaba sus pechos, de esta forma la dejamos casi desnuda al completo. Sus pechos se mostraron ante nosotros, María retiraba los brazos para que se pudieran ver con claridad.

Lentamente la ayudo a incorporarse. Con elegancia, comodidad, sin tapujos, se quita la blusa para dejarla encima de la mesa.

Antes de sentarse se acerca a mí para quitarme el bañador para depositarlo en el mismo sitio que su ropa. Después hace lo propio con José María. Los tres desnudos. Extendió sus manos hacia nosotros. Nos ayuda a levantarnos encabezando el camino hacia nuestro dormitorio.

Nos tumbó sobre la cama, pegados el uno al otro. Nos abrió las piernas para poder ponerse de rodillas ante nosotros y comenzar a acariciar con sus manos nuestra desnudez sin tocar el sexo. Ella mandaba y nosotros obedecíamos, sin acuerdo previo, sin mandatos, simplemente tomó la iniciativa y nos dejábamos llevar por sus deseos y caprichos.

¿Hasta dónde llegaría?. Nuestra excitación cada vez era mayor y sobre todo la mía. Mi mujer, desnuda ante otro hombre que la contemplaba con admiración y deseo. María tocando el cuerpo desnudo de otro hombre, mirando el sexo de otro ante mi presencia. Esta situación me estaba provocando deseo irrefrenables de sexo y más sexo. Me contenía de lanzarme sobre ella porque quería contemplar su maestría para hacernos disfrutar a los dos a la vez.

José María osó tocar un pecho. Ella aceptó sin retirarse ni quitarle la mano. Pellizcaba suavemente el pezón después de humedecerse los dedos. María cerraba los ojos por la sensación de placer que sentía, mientras pasaba sus manos por la cara interna de nuestros muslos.

Imité los actos de nuestro amigo con la anuencia de tan preciosa mujer. Asentía con suspiros profundos.

Los dos al unísono tocábamos sendos pechos con una mano, mientras la otra acariciaba el restos del cuerpo. Mi conocimiento de sus puntos erógenos anticipaban los movimientos de José María que plagiaba con exactitud.

Veía la excitación de mi mujer en los húmedos labios vaginales. La coordinación con nuestro amigo me permitió pasar la mano por la cara interna del muslo cerca de su jugosa vulva notando su líquido entre mis dedos ante el pequeño roce.

Gracias a la lubricación que nos presentaba, aproveché para separar sus labios y adular su rosácea vagina en busca del punto de placer que me estaba pidiendo con su lenguaje corporal. Lo encontré con facilidad, cómo no podía ser de otra manera. Su clítoris ya había salido de su escondite para no perderse detalle de los acontecimientos.

La mano de José María se acercaba sigilosamente al mismo sitio, orientándole hacia el interior de su sexo en busca del punto escondido del placer. Metió un dedo mientras yo seguía agasajando su apéndice con cariño. Su respiración profunda estaba dándonos un aprobado con nota alta. Buscábamos el sobresaliente.

Nuestros dedos trabajaban al ritmo que ella marcaba a la vez que su movimiento pendular acentuaba el compás. Cada vez más rápido, cada vez más placer. Al punto de llegar a su primer orgasmo, José María se incorpora para llevarse a la boca el pecho desnudo de María para saborearlo. Su lengua se movía con maestría haciendo que el pezón se balanceara en la dirección que el ordenaba. Me gustó aquel gesto tanto como para repetirlo al mismo ritmo.

Un fuerte suspiro con un ligero grito controlado nos advierte de haber alcanzado lo que estábamos buscando. Unos segundos de descanso antes de pedirnos un nuevo acercamiento al éxtasis.

Apoyó su cabeza sobre la almohada y con las rodillas clavadas sobre la cama, nos sugirió empezar una vez más. Esa postura me incitaba a una penetración, pero eso lo dejamos para el final, ahora es ella la que tiene que disfrutar de los dos.

No dudé en ponerme detrás de ella. Metí mi cabeza entre sus piernas para que mi lengua empezara a trabajar y repetir lo que hicieron mis dedos. El sabroso sabor de su depilada y jugosa vagina me excitaba sin igual.

Nuestro amigo se colocó frente a ella conforme le ordenó. Mientras me limitaba a saborear su preciado sexo, ellos se besaban en la boca jugando con sus lenguas. A duras penas podía verlos con claridad, pero notaba el comportamiento de ambos. El erecto pene de José María se encontraba muy cerca de mí, eso sí me permitió ver a mi mujer tocarlo con la misma maestría que solía hacérmelo. Ver como mi mujer se la tocaba a otro me encendía de placer, me hacía llegar a lo mas alto del placer. Me estaba gustando tanto que odiaba el momento del fin.

Antes que llegara al nuevo orgasmo, me retiré para mirarles. Seguían besándose en la boca. Pecho contra pecho, piel contra piel y la mano de María masturbando a nuestro amante.

Dejaron de besarse por deseo de ella para deslizarse lentamente hacia abajo, pasando su salivosa lengua durante el recorrido que le llevaba hasta la erección del pene. Sin soltarla de la mano, continuaba con su lengua recorriendo la longitud de ese miembro varonil. Entró en su boca para marcar el movimiento con la cabeza de la misma manera que lo hacía con la mano. Para arriba y para abajo a la vez que les contemplaba desde la corta distancia.

Aproveché esa postura para volver a buscar el clítoris y rozarlo con la pasión que siempre le pongo. Con la otra mano busqué el agujero de su trasero también humedecido y le introduje un dedo a la vez que otro hacía lo mismo en la vagina para frotar su punto "G". Sin sacarse el pene de José María de la boca, alcanzó un nuevo orgasmo con más intensidad que el anterior.

Necesitó descansar un poco más que la vez anterior. Se tumbó boca arriba, mientras nosotros nos dedicamos a acariciarla por todo su precioso y excitado cuerpo. Ella seguía marcando el ritmo. Nosotros nos colocamos de rodillas a cada lado. Nos agarró sendos penes para acariciarlos con dulzura. Nos regalaba una sonrisa de satisfacción y agradecimiento.

Por su mente pasó algo que quiso que hiciéramos. Tomó la mano de José María llevándola hacia mi miembro y lo mismo hizo conmigo. Ninguno de los dos mostramos rechazo ante singular osadía por su parte. Ella pasó las manos hacia nuestros traseros en busca del orificio anal. Se mojaba los dedos para no hacernos daño. José María, abrió sus piernas para que no le costara trabajo encontrar lo que buscaba, seguidamente hice lo mismo.

Nunca antes había tocado el pene de otro hombre y no me pareció desagradable, ni despreciable, simplemente lo toqué y me gustó hacerlo.

Las caricias de María sobre nuestro trasero era de agradable sensación. Cerré los ojos para centrarme en el momento aumentando el placer a medida que el dedo entraba con cautela. La sensación es maravillosa, sobre todo si se hace con el cariño y el cuidado que ella estaba demostrando.

María decide un nuevo cambio de postura. Nos pone a los dos de rodillas, con la cabeza sobre la almohada. Su idea era jugar con nuestro trasero y así lo hizo. A él le agarró su gran pene y a mí me mojaba el agujero de mi trasero con la lengua. Después cambiaba haciendo lo mismo. Cuando estaban los dos bien humedecidos, metía sendos dedos dándonos placer de forma incansable. De motu propio, agarré el pene de José María para masturbarle desde la posición que nos encontrábamos y él lo mismo conmigo.

Al cabo de un rato, María levantó a nuestro amigo y le colocó detrás de mí. Agarró su miembro para dirigirlo a mi trasero bien lubricado. Poco a poco fue metiéndolo para no hacerme daño. Consiguió introducirlo y a moverse lentamente por conocer de mi virginidad y no hacerme daño. Me gustaba, tengo que reconocer que era un auténtico placer. Mientras se movía con soltura, mi mujer se tumbó entre mis piernas para meterse mi pene en la boca. Entre ambos estaban haciendo que sintiera un placer que nunca había sentido antes, provocando un orgasmo jamás vivido hasta entonces.

José María se quitó el preservativo que se había puesto para penetrarme, aun no se había corrido. María le pidió que se tumbara sobre la cama para que entre ella y yo le masturbáramos con la boca. Mi experiencia homosexual tuvo un éxito rotundo. Me gustó, quizás por ser quien era el hombre con el que lo hice, no lo sé, pero me gustó mucho.

María estaba excitada ante nuestro comportamiento, eso me permitió que fuera yo quien la pidiera con gestos que se sentara encima de él. Abrió las piernas para colocarlas a cada costado de José María. Me puse a su espalda empujándola ligeramente sobre él. Se besaron en la boca con pasión y ternura. Agarré el pene para llevármelo a la boca y saborear nuevamente esa experiencia. Después lo dirigí hacia la vagina de María metiéndola.

Comenzó a moverse con los vaivenes característicos de ella. Desde mi posición, veía como entraba y salía. Cómo disfrutábamos lo tres de tan maravilloso espectáculo. Mis manos agarraron la cintura de María para ayudarla en su ritmo. Se incorpora para modificar el movimiento anterior.

Me levanté de la cama y me senté en una silla mirando como mi mujer se estaba tirando a mi mejor amigo y como mi mejor amigo se estaba tirando a mi mujer. Me gustaba más de lo que me podía imaginar y creo que a ellos también, los dos desnudos ante mi mirada, es algo que no puedo describir, simplemente me gustaba y quería que no terminara nunca ese momento.

Casi a la par, llegaron al orgasmo. Todo el líquido seminal entró en el interior de María. Cuando ella llega a su orgasmo, se levanta para sacarse el miembro aun erecto de su interior y veo como ese líquido blanco chorrea entre sus piernas.

Exhaustos se tumban ambos boca arriba con fuerte y profunda respiración. Me levanto de la silla para acercarme con ellos a la cama. José María aun se encuentra en plena erección. La agarré para intentan descargar todo lo que le mantenía en ese estado. Le masturbé mientras con la otra mano hacía lo mismo con María.

Mi erección también estaba siendo tratada por mi mujer que me masturbaba con la boca. Tuvimos un nuevo orgasmo al cabo de unos minutos.

El cansancio se apoderó de nosotros y solo nos quedaban fuerzas para darnos una ducha para refrescarnos. Primero fue María y al acabar se acostó sobre la cama. Después José María tumbándose a su lado cuando terminó. Una vez que me asee y al volver a la habitación, vi que los dos se habían quedado dormidos. Una cama para tres era demasiado pequeña. Me fui al balcón para fumarme un cigarro. Terminé y me acosté en la habitación de José María dejando que durmieran juntos esa noche.

A la mañana siguiente, fui el primero en levantarme. Me asomé a la habitación encontrándolos dormidos aun, desnudos y abrazados. Después de esbozar una sonrisa al ver a mi mujer tan feliz, me fui a la cocina a preparar el desayudo para los tres. Lo coloqué en una bandeja y lo llevé a la habitación donde almorzamos juntos, desnudos y felices.

maria.y.alfonso

Con ojos cerrados

Ella es el amor de mi vida y pude lograr que cumpla mi fantasia, pero solo se dio cuanta despues de que ya habia sido realizada.

Hola soy Germán y vivo en Rosario, Argentina. Tengo 23 años y mi novia 22. Hace 7 años que salgo con ella y estoy seguro que es el amor de mi vida.Hemos tenido algunos tiempos separados, en los cuales yo sali con otras chicas pero siempre volviendo con mi verdadero amor. Ella se llama Guillermina, tiene unos ojos miel pelo enrulado rubio, un culo redondito y paradito, y unas tetas que si bien no son muy grandes son redonditos y con unos pezones largos, que son unicos.

Yo fui su primer hombre, y nunca tuvo relacion con otros. Hace algo mas de un año le confese una fantasia que hasta el momento no queria hacerlo, ya que ella es un chica recatada. Y todo lo que logre con ella en cuestion de sexo fue debido al amor que nos tenemos. Lo mas arriesgado que hicimos fue hacerlo en un bar. Pero sentia el nerviosismo de ella en todo momento.

Bueno, la fantasia que me anime a confesarle fue que me volvia loco la idea que ella fuera cogida no solo por mi, sino por mas hombres al mismo tiempo. Claro, la reaccion de ella fue de que yo estaba loco. Y me percate de un cierta mirada, mezcla de enojo y desilucion. Por eso ese dia deje la charla ahi. Un dia estando en su casa, desnudos sobre su cama, la hice que se pusiera de costado, con su espalda frente a mi. Yo con una mano agarre mi pene que estaba super duro, y se lo deslizaba por la raja de su culito y el orificio de su vagina. Con mi otra mano le agarre una teta, mientras puse mi boca cerca de su oido y le susurre enrte gemidos "pensa que mi pene, y mis manos son de dos hombres diferentes que estan a punto de cogerte". Segui acariciandole los senos, despues subia hasta su boca y ella me chupaba los dedos, para luego acariciar su conchita y frotarle el clitoris. Luego de que acabo, ella me dijo que le super exito en el momento, pero que nunca podria hacer eso en realidad, porque me ama y nunca le daria la cara para serme infiel y encima delante mio.

Otro dia pero esta vez en mi casa, estando nuevamente desnudos y calientes, le dije que cerrara los ojos. Entonces me levante y fui a buscar un consolador que habia comprado. Lo escondi para que no me viera, mientras le decia que siga sin ver. La hice tumbar boca arriba y abrir las piernas. Yo me puse al reves metiendole el pene en su boquita. Al tiempo que le meti dos dedos en su conchita. Despues de unos minutos y verla exitada. Saque que mis dedos, y le meti de un golpe el consolador en su mojada vagina. Ella di un pequeño brinco, y antes que dijiera nada le dije. "No te preocupes amor, es un consolador que compre para satisfacerte mas, no te causara ningun daño".

Ella no chupaba como antes, parecia mas tensa. Pero siguio.

"Imaginate que hay dos hombres que te estan cogiendo con sus vergas duras solo para hacerte acabar una y otra vez".

Un momento despues senti que estaba a punto. Me di vuelta y la cogi violentamenete. Sus gritos me aturdieron pocas veces la senti asi.

En mi mente sentia que mi fantasia estaba proxima a hacerse realidad.

Le iba a decir a un amigo que no conoce a mi novia si queria ser participe de una orgia.

Pero posupuesto habia una posibilidad de que ella se enojora conmigo y no quiera volver a verme. De todos modos me arriesgue, mi calentura era muchisimo mas fuerte, me hacia unas pajas terrible de solo pensar en ese momento.

Mi amigo en cuestion fue compañero de la secundaria, asi que solo lo encontraba de casualidad, pero una de esas veces me dio su numero de celular asi que podia contactarlo. El sabia que tenia novia. Pero hacia meses de la ultima vez que lo habia visto.

Lo llame le dije que tenia que hablar y que nos encontraramos en un bar. Cuando nos vimos le comente que habia terminado con mi novia, y que estaba salirendo con una chica que me habia confesado que le encataria encamarse con varios tipos a la vez pero que no se atrevia. Y le propuse si queria que le cumplieramos ese deseo. Obviamente accedio de inmediato. Despues de hablar un rato el me pregunto cuanto tipos mas, habia que conseguir. Yo le dije que maximo dos, pensando que no queria que la hagan mierda a la pobre de mi novia. Por ultimo le dije que el y los amigos vengan el proximo sabado a mi casa.

Ellos llegaron, la verdad que eran tipos agradables y de fisico mas o menos como el mio (1.79 m , 75 kg). Mi novia es muy menudita y eso me calento mas. Mi novia iba a llegar a mi casa una hora mas tarde. A los chicos los hice llegar mas temprano para comentarles algunos pasos a seguir y reglas.

Les dije que ellos cuando mi chica llegara, ellos estuvieran desnudos en la habitacion de al lado a la mia. Esperando en silencio a que diera la señal de entrar. Les prohibi que le preguntase cosas, como por ejemplo su nombre y demas datos. Yo tenia pensado ponerle una venda en los ojos a Guillermina, que por cierto ellos no podrian sacarle en ningun momento. Tambien tenia preparada una camara de fotos y una video, que los que no estaban cogiendo tenian que usarlas.

Llego la hora. Ellos se desnudaron en la habitacion, esperaron mi novia llego. Estuvimos hablando unos minutos y la empece a besar, le comente que estaba muy caliente. Fuimos a la habitacion y la empece a calentar pero sin sacarle la ropa. Ella estaba con un vestido y una remera, Y se veia que llevaba ropa interior turquesa con encaje que a mi me encanta.

Le dije que la queria vendar ( no era la primera vez que se lo hacia hacer). Ella no tuvo problemas es hacerlo. Le coloque una venda que le tapaba bastante la cara, desde mitad de la nariz, hasta la mitad de la frente. Le dije que se recogiera el pelo. Puse musica romantica pero un tanto fuerte.

La cual no solo servia para señal de que vinieran los que estaban en la otra habitacion, sino tambien para que Guillermina no escuchara los paso y sonidos que hacian.

Me calente sabiendo que estaba mi novia en una habitacion con cinco tipos que estaban a punto de perforarla.

Ellos estaban con los penes apuntando al techo. Le ordene a mi chica que se vaya sacando la ropa despacio. Ello lo empezo a hacer, y yo me apuraba a desnudarme. Primero fue su remera, despues la pollera. Ahi empece a besarla en la boca y le decia, que yo iba a tener el control de todo, y que ibamos a hacerlo muy despacio y calmado para que sea mas excitante. Y que ella no tenia que hacer nada si yo no se lo pedia. Uno empezo a sacar fotos como loco y otro estaba con la camara.

Entonces llame a uno de los chicos que ya sabia que hacer, fue donde estaba ella parada y le empezo a tocar los pechos y la cola. Y a pasarle la punta de la lengua por la boca. El se retiro un poco y yo me acerque, sigue con los jueguitos y le dije termina de desnudarte. Ella lo hizo. Llame a otro, mientras le decia que me chupara el pene, pero solo la cabeza y que no se ayude con las manos. El tipo se puso al lado de Guillermina que ya esta arrodillada con un poco de se boca entreabierta. Agarro su pija y se la apoyo en la boca. Ella saco su lengua y empezo el lameteo. Tome la camara de video, y me puse solo a unos centimetros de la situacion. No podia creer todo lo que estaba pasando.

Nadie aguantaba la situacion. El calor de lo que iba a venir asfixiaba la habitacion. Despues de unos minutos toque el hombre del muchcacho para que comprendiera que teniamos que cambiar.

Entonces le dije a mi noviecita que se para, y la tumbe en la cama, para que el tercero venga y le chupara su conchita. Ella empezo a gemir. Con la lengua y los dedos que se le metian.

Luego, yo la arrastre hasta la punta de la cama, levantandole las piernas la penetre.

Todos se pajeaban, mientras registraban lo que estaba pasando.

Y ya se acercaba el momento decisivo, que ella se enterara que no era uno solo el que estaba en la habitacion.

El corazon se me puso a mil cuando hice poner a mi novia en cuatro, y le dije a otro que la penetrara. Deje pasar un momento, y mientras le ponia la verga en la boca, mientras el otro la embestia le dije "Mi amor, esta es mi fantasia, que es solo verte gozar como nunca, no rechaces la situacion solo sigue gozando y dejate llevar".

El muchacho la seguia penetrando con fuerza, y ella queria decir algo pero no se le entendia, hasta que esucho algo salia de su boca.

"Si i i i i i i..."

Entonces le meti nuevamente el pene en su boca, empece a calentarme como nunca.

Mi fantasia era realidad y no lo podia creer! Que sensacion imborrable.

Le dije que no se sacara la venda por nada, que asi seria mejor. Yo por dentro pensaba que no queria que se la saque no solo para que no la reconozcan los tipos si alguna vez se la cruzan en esas casualidades de la vida, sino tambien para que ella se desinhiba mas.

Seguimos en esa posicon unos minutos. Lugo me recoste yo y la hice que me montara, otro se ocupo de ensartarla por la cola, y un tercero le meti su miembro en la boca, ese fue el primero en acabar y dejaba los restos de semen en su interior.

Ella estaba desconocida y me encantaba. Yo a veces paraba, y tomaba alguna de las camaras para no perder detalle.

Estuvimos horas cogiendolas, de a uno, de a dos, de a tres. Ello parecian rotarse sincronizadamente para no acabar rapido y seguir gazando lo mas que pudieran.

Todo termino mientras yo se la clavaba por el culo, mientra ella chupaba penes y tragaba semen de los restantes.

Los lleve a la otra habitacion se vistieron y le fui a despedir. Estaban encantadisimos.

Cuando volvia a la habitacion no podia creer lo que veia. Mi novia estaba tirada en la cama boca arriba con la piernas abirtas y la conchita dilatada. Con todo su cuerpo y cara llenos de leche. Parecia muerta, y se que destruida habia quedado que no se saco ni la venda. Yo apague la musica, me dirigi a ella. Le destape los ojos, me miro y le pregunte como estaba. Ella me respondio " Que estaba destrozada pero nunca habia gozado tanto en toda su vida".

McJerry

Casi un trío

La primera vez con alguien más en nuestras relaciones.

Este relato es sobre mi esposa Ángela y yo, Artemio. Ella es chaparrita, morena y delgada, no está superbuenísima, pero yo la veo muy linda. Su cuerpo es menudito, con tetas pequeñas y redonditas, con su areola y pezones grandes que recuerdan la forma y tamaño de un chupón para bebé, sus manos son pequeñas, y sus piernas son fuertes con nalguitas bien formadas, tiene vello púbico escaso lo que permite ver claramente sus oscuros labios vaginales. Por su estatura corta, se ve mucho más joven, tiene 38 años, pero aparenta diez años menos. Ya tenemos 17 años de casados y tres hijos. Vivimos en una colonia del sur de la ciudad de México. Quiero contarles lo que pasó en nuestra primera experiencia cuando involucramos a alguien más. Nuestra vida comenzó a cambiar a partir de que empezamos a leer historias eróticas en la computadora. Algunas veces ella seleccionaba la historia que le había gustado, otras veces lo hacía yo. Leímos una gran cantidad y variedad de relatos, invariablemente terminábamos excitados y luego nos dábamos una buena cogida. Una temporada estuvimos leyendo historias de tríos, fue inevitable tener una plática sobre si aceptaríamos tener sexo con alguien más. No discutimos si hombre o mujer, aunque cuando volvimos a tocar el tema, afloró nuestro temor y no estuvimos convencidos de que lo quisiéramos hacer.

Tiempo después ella trajo a la conversación el asunto de los tríos. Aunque la verdad a mí no me desagradaba la idea, sobre todo si quisiéramos involucrar a otra mujer. Estábamos inseguros si pudiéramos incluir a alguien más en nuestras relaciones, luego de una infinidad de argumentos y discusión sobre eso, concluimos que quizá el paso inicial sería tener relaciones sexuales junto a otra pareja, para verlos y ser vistos cogiendo. La simple idea nos excitaba. Pusimos un anuncio en una página de internet que facilitan estos encuentros, tuvimos pocas respuestas de parejas, la mayoría proponían hacer intercambio, pero no estábamos listos para eso. Muchos hombres respondieron al anuncio y, para mi mala suerte, ninguna mujer lo contestó.

Un tanto decepcionados pensamos en desistir. Sin embargo, como mencioné la idea nos excitaba, así que pensamos permitir que un hombre observara nuestras relaciones. Esa experiencia nos permitiría sopesar si podríamos incluir a un tercero. Respondimos a cuatro de los correos electrónicos que estaban dispuestos solamente a observar. Les pedimos que nos enviaran una foto y posibilidades de reunirnos en la ciudad de México. Finalmente elegimos a Lucas, un tipo joven, delgado y chaparrito.

Concertamos la cita en un restaurant cercano al hotel donde nos registramos. Acudimos un tanto temerosos. Llegamos como una hora antes. Ángela era un manojo de nervios y le sudaban las manos profusamente. Le pregunté si aun debíamos continuar con el plan. Ella asintió con su cabeza. Para calmarnos pedimos unos bebidas mientras esperábamos a Lucas. Ella se tomó los dos primeros tequilas de un sorbo. El tercero ya lo hizo con calma, lo cual indicó que Ángela ya estaba menos nerviosa. Llegó Lucas. Platicamos sobre asuntos banales mientras tomamos otros dos tequilas. Noté que ella ahora sí estaba relajada al igual que yo. Lucas nos pareció agradable, le pregunté qué tanta experiencia tenía en estos asuntos. Nos dijo que la primera vez que se atrevió a contestar anuncios hacía ya tres años, desde entonces tuvo relaciones con cuatro diferentes parejas, así que éramos la quinta pareja. También me interesó cuál había sido su participación, respondió que en dos ocasiones el esposo quería ver a su mujer coger con otro, otra pareja quiso hacer un sándwich, y otro matrimonio pidió ser observado. Le aclaramos que únicamente nos observaría, lo cual aceptó, aunque nos preguntó que si en caso de excitarse y querer masturbarse lo podría hacer. Miré a Ángela antes de responder. Con su mirada me indicó que no habría problema. Le dije que estábamos de acuerdo. Pedimos el último tequila, aunque Ángela dijo que solo trajeran dos, pues ella estaba un poco mareada.

Luego nos dirigimos al hotel. Tan pronto entramos al cuarto, Lucas tomó una silla la puso a un lado de la cama y nos dijo que hiciéramos de cuenta que él no estaba presente. Mi mujer se paró frente a mí, quedando de espaldas a Lucas, y comenzó a desvestirse sin prisa. Aunque fingía no verlo, el hecho de saber que estaba presente le daba un morbo especial a la situación. Retiré mis ropas rápidamente. Cuando quedé desnudo, ella terminó de quitarse las medias. Me acerqué a Ángela para ayudarle a quitarse el sostén. Al rodearla con mis brazos, instintivamente comenzamos a besarnos con desenfreno. Los dos nos encontrábamos más excitados de lo habitual. Continué besando su cuello retirando su sostén y continué besando su pecho yendo lentamente hacia sus tetas. Me sorprendió la dureza de sus areolas y pezones. Ella comenzó a gemir un poco, metía sus dedos entre mi cabello, aprisionando mi boca sobre sus tetas. Moví mi cuerpo hacia adelante, lo cual hizo que ella se sentara en la orilla de la cama. Empujé sus hombros para que quedara acostada. Continuamos besándonos en la cama, mientras con mi mano acariciaba su conchita por encima de su panty, la cual estaba muy húmeda. Baje a chupar sus tetitas y luego continué besando su abdomen dirigiéndome hacia su sexo. Ella levantó su cadera para que pudiera yo remover su panty. Eso hice. Miré de reojo a nuestro invitado, quien seguía sentado. Lucas estaba acariciando su miembro lentamente por encima de su pantalón.

Ángela, ahora completamente desnuda, mantenía los ojos cerrados, sus brazos estaban a los lados de su cuerpo, en aparente relajamiento. Puso sus piernas ligeramente abiertas. Miré a Lucas, me dijo que Ángela tenía unos pezones muy hermosos. No respondí. Comencé a besar los muslos de mi mujer acercándome a su sexo. Ella movía sus piernas despacio abriendo cada vez más sus piernas. Por fin llegué a su conchita, estaba muy jugosa, con una cantidad de líquidos que no le había notado antes. Se la besé una y otra vez, haciendo que ella se retorciera cada vez que la besaba. Ángela levantó sus piernas colocándolas sobre mis hombros. Así comencé a lamer su conchita. Le lamía desde su ano hasta su clítoris, lo cual provocó que ella gimiera con fuerza, señal de que tendría su primer orgasmo. Eso sucedió. Fue quizá el orgasmo más rápido que ella había tenido. Tomó mi cabeza con sus manos, apretándola contra su vagina, de hecho ella con sus movimientos restregaba su sexo contra mi boca. Levantaba tanto su cadera que prácticamente solo sus hombros y cabeza quedaban sobre la cama. Tener su cadera al aire le dio mucha libertad de movimiento que le permitía hacer círculos, o subir y bajar con rapidez su cadera según ella lo disfrutara. Yo estaba sorprendido que gozara tanto del sexo oral, pues lo que más le gusta a ella es ser penetrada. Su orgasmo fue tan intenso que emitió un quejido muy fuerte, casi un grito, en la fase más intensa de su orgasmo. Así estuvimos un buen rato hasta que ella dejó de moverse.

– Ven acuéstate - dijo - ahora quiero chuparte a ti.

Eso hice. Con movimientos rápidos me acosté con las piernas abiertas y ella se hincó en medio de ellas y se dispuso a complacerme. Mi verga estaba semierecta, Ángela la masturbó para ponerla a punto. Una mano subía y bajaba a lo largo de mi miembro mientras la otra acariciaba mis testículos. Se agachó para introducirla en su boca, poco a poco lo fue haciendo hasta llegar a chupar más de la mitad. Como tiene sus manos pequeñas, puede masturbar el cuerpo de mi verga y chupar la cabeza. Sabe que me gusta mucho que me la mame de esa manera y así lo estaba haciendo, aunque ahora lo hacía con más fuerza. Luego bajó a chupar mis testículos sin dejar de masturbarme. Mientras lo hacía, Lucas habló:

* ¡Que rico la mama tu mujer! ¡Se nota que es experta!

Al escucharlo, ambos dirigimos nuestra vista hacia él. Sus pantalones y trusa estaban por sus pies, tenía sus rodillas abiertas y se estaba masturbando.

* ¡Jíjole!- exclamó Ángela- la tiene muy grande.

Era cierto, la verga de Lucas era mucho más grande y gruesa que la mía. Cabrón chaparro, quien se iba a imaginar que estaría bien dotado. Mi mujer regresó a mamármela con más pasión. Alternó su mano y su boca sobre mi miembro y con cierta frecuencia volteaba a ver a Lucas masturbándose.

* ¡Ojalá y me dieras una mamada así! – dijo Lucas.

Ángela comenzó a pasar su lengua sobre toda mi verga. Hizo círculos sobre la cabeza y le daba pequeños chupetones, luego trató de meterse todo mi miembro en la boca, lo logró. Creo que trataba de mostrarle que buena mamadora era. Yo vi que Lucas se levantó y retiró sus pantalones. Caminó para pararse detrás de Ángela. Observó detenidamente a mi mujer, quien se encontraba empinada. Se masturbó con más fuerza mientras continuaba viéndola.

* ¡Tiene un ojete muy hermoso tu mujer! – dijo Lucas.

Al escucharlo, Ángela volteó primero hacia la silla y al no encontrarlo, miró hacia atrás de ella. Lo ubicó. No dijo nada, solo abrió más las piernas y levantó más su colita. Ella colocó el codo de su brazo izquierdo sobre la cama y su mano debajo de mis testículos y con la otra me masturbaba despacio. Intentaba ver a Lucas detrás de ella. Lucas continuó hablando:

* ¡Su panocha está muy mojada! ¡Seguro que debe saber muy rica!

Sus palabras hacían que Ángela cerrara los ojos y me masturbara más fuerte. Seguro que estaba igual que yo, super caliente porque alguien más nos estaba viendo tener sexo.

* ¿Me permiten que le dé un beso a su culito? – nos preguntó Lucas.

Yo la miré, ella medio abrió los ojos y con sus señas me dijo que sí. Moví mi cabeza dando mi consentimiento. Lucas dio unos pasos hacia adelante, se hincó, puso sus manos sobre las nalgas de Ángela para separarlas y hundió su cara sobre su sexo. El cuerpo de Ángela se sacudió al contacto de su boca, ella puso los ojos en blanco y regresó a mamar mi verga, aunque solo lo hizo por poco tiempo. Sacó mi verga de su boca, y continuó solo masturbándola. Era evidente que Lucas le estaba lamiendo su sexo. Ángela colocó su cabeza sobre mi muslo y levantaba su cola lo más que podía. Al cabo de pocos minutos las sacudidas de su cuerpo anunciaron otro orgasmo. Los gemidos intensos de mi mujer eran muy excitantes.

Casi al final de su orgasmo, ella se levantó con brusquedad y me dijo que necesitaba ser penetrada. Inmediatamente colocó sus rodillas a los lados de mi cintura, tomó mi pene apuntalándolo en su vagina y se lo metió de un solo movimiento. Comenzó a moverse con desesperación, decía que se seguía viniendo. Yo tomé sus nalgas abriéndoselas para que Lucas mirara como me la cogía. Ella tomaba con sus manitas sus pechos apretándoselos y pellizcando sus pezones. Me cabalgó con violencia hasta que terminó de venirse. Mi verga seguía durísima, disfrutando los movimientos de mi mujer, que aunque con menos intensidad, seguía subiendo y bajando. Solo era cuestión de que Ángela se recuperara un poco para continuar cogiendo, yo sé que es una mujer que lleva el placer adentro de su vagina. Poco a poco fue moviendo su cadera más rápido cada vez hasta llegar a prácticamente brincar sobre mi verga.

De pronto vimos a Lucas casi desnudo, solo tenía puesta su camiseta, parado a un lado de la cama. Ángela se quedó con la vista clavada en su miembro, viendo cómo se masturbaba. Lucas se acercó lo más que pudo a la cama, soltó su miembro quedando éste completamente erecto con la cabeza apuntando hacia arriba, y le dijo a mi esposa: - si me quieres masturbar, adelante.

Ella miró hacia mí, no hice ningún gesto ni comentario. Con cierto temor ella estiró su brazo para agarrar su verga. Comenzó a masturbarla suavemente, luego con más velocidad y la fuerza. Los sentones que se daba en mi miembro se hicieron irregulares porque su cuerpo se hacía un poco de lado para poder alcanzar a Lucas. Así que él encontró una solución.

* Voy a subirme a la cama para que puedas hacerlo mejor – dijo Lucas.

Eso hizo. Se paró con sus piernas abiertas, colocando sus pies a la altura de mis hombros, quedando con su verga frente a Ángela. Desde abajo observé come ella tomó su miembro con las dos manos y lo comenzó a masturbar al mismo ritmo con que se clavaba mi verga. Sus manos pequeñas alcanzaban a tomar todo el cuerpo de su miembro dejando la cabeza libre. Lucas dio un paso hacia delate y puso sus manos sobre los hombros de ella. Ángela disminuyó sus movimientos, su cadera se movía hacia delante y atrás muy lentamente, con todo mi garrote dentro de ella. Puso la verga de Lucas muy cerca de su boca, sacó su lengua y comenzó a lamer la cabeza. Era inminente que no tardaría en mamarla. Así sucedió. Ángela soltó la verga y puso sus manos sobre las nalgas de Lucas, chupando con cuidado su miembro. En la posición que yo estaba, veía los huevos de Lucas balanceándose y la punta de su verga entrando y saliendo de la boca de mi mujer.

* ¡Que buena mamadora eres! – le dijo él.

Ángela le dio las mamadas más intensas y profundas. Luego tomó con una mano la base de su verga para masturbarla y mamarla al mismo tiempo. Ella comenzó a mover su cuerpo con frenesí. Se desencadenó en Ángela otro orgasmo. Las contracciones de su vagina fueron tan fuertes que sentí mi verga apretada como nunca antes. Un ardor recorrió todo mi cuerpo y se concentró en mi vientre. Justo cuando Ángela se sacó la verga de la boca para gemir mi verga descargó el primer chorro de semen dentro de ella. Mi venida fue tan intensa que cerré mis ojos mientras le aventaba los espermas. Tardé viniéndome. Cuando abrí mis ojos, ella seguía viniéndose. Movía su cara hacia un lado y hacia otro, sin dejar de masturbar a Lucas. Él se vino. Un chisguete de semen pasó al lado de la cara de Ángela, otro sobre su hombro, al sentirlo, ella lo masturbó más rápido haciendo que siguiera aventado la leche sobre su pecho. Tan pronto ya no salió más semen de Lucas, ella se acostó a mi lado, puso el dorso de su antebrazo sobre su frente y se dispuso a descansar, estaba desfallecida. Él fue a sentarse, recostándose en la silla. Yo me sentía un poco mareado por todo lo que había pasado. Nunca había experimentado venirme como lo hice en esta ocasión.

Unos minutos después Lucas nos preguntó si queríamos continuar con algo más. Ángela inmediatamente contestó que no. Ya había tenido suficiente y estaba muy cansada. Lucas no insistió. Comenzó a vestirse y antes de despedirse nos recordó que teníamos su teléfono para cuando quisiéramos cualquier cosa. Tan pronto salió de la habitación le pregunté a mi mujer que le había parecido. Me dijo que nunca había tenido tantos orgasmos en tan corto tiempo. Le pregunté que si volvería a repetirlo. Ella movió su cabeza afirmando su disposición.

* Pero antes – le recordé- me toca a mí contigo y otra mujer.

Ella se retiró para ducharse. Mientras se dirigía al baño, me dijo:

* Pues consigue a la otra, claro que ahora te toca a ti.

Por varios meses pusimos anuncio, pero no recibimos respuesta de alguna mujer. Ángela sugirió que quizá sería más fácil encontrar otra pareja. Tuvo razón. Encontramos otras parejas dispuestas a compartir. Pero eso…es otra historia.

calixto_man

Sexo sin más

Por fin nos atrevemos a entrar en un local de sexo sin límites.

Pues si.

Al final fuimos, nos atrevimos, ella y yo. Dos amigos unidos por los relatos, por la lujuria y por la aventura.

Muchos relatos a medias, alguna quedada esporádica, citas por el Messenger, masturbaciones por teléfono.

La idea la habíamos hablado alguna vez, pero siempre hipotéticamente, nunca en serio, hasta que un día ella lo propuso: Ir a un local "liberal" que había en nuestra ciudad.

Las cosas arriesgadas no se deben de pensar mucho, así que no hubo tiempo de dudas y mi respuesta fue un si rotundo.

Ninguno de los dos tenía pareja estable, solo amigos o amigas con el famoso "derecho a roce" que tanto se lleva en estos días.

Fue un viernes a las 24.00 quedamos en la esquina de enfrente del local. La puerta estaba cerrada y, tanto la cristalera, como la propia puerta daban ese aspecto de "puti-club" barato y "roñoso"

Nuestras caras eran de nerviosismo absoluto, apenas nos dimos dos besos al encontrarnos. 28 y 32 años eran muy pocos para lo que íbamos a hacer, para lo que nos íbamos a encontrar, para lo que íbamos y nos iban a hacer.

Tania susurro con una sonrisilla nerviosa que debíamos de haber bebido algo antes. Yo asumiendo el papel de mayor y protector, le dije que si íbamos era para hacer y sentir todo, y que el alcohol no nos dejaría hacerlo al 100% .





Abrí la puerta y lo de "las damas primero" pasó a un segundo termino. Entré primero y Tania después.

Oscuro, tenue luz roja, música a lo lejos, olor a humo…. Miro a Tania, me toma la mano, me sonríe nerviosa, sigue avanzando. Nos encontramos con un gorila que al vernos se cuadra en medio del pasillo y nos mira como diciendo que nos hemos equivocado. Nos saluda con un leve movimiento de cabeza y antes de que diga nada, me adelanto y, acercándome a el, le digo que es la primera vez que venimos, que si podríamos pasar. Nos estudia con la mirada y se detiene en mi morena acompañante.

Nos dice que si, pero que está prohibido entrar con cámaras de video y/o fotos señalando un cartel que lo anuncia.

Le digo que no llevamos nada y con un gesto me dice que me apoye contra la pared. Así lo hago y con un leve cacheo en lugares donde el sabe que puedo llevar algo, me da el visto bueno. A continuación mira a Tania, y con una casi imperceptible sonrisa, le hace el mismo gesto. Ella, supongo que inconcientemente, se da la vuelta, se apoya contra la pared y abre ligeramente sus piernas. Me pregunto si habrá visto muchas películas de policías.

El mastuerzo, le cachea en los mismos lugares que a mi, pero antes de acabar, le dice que se de la vuelta. Ella sumisa, lo hace y el le palpa los tobillos, sube hasta sus ingles por las costura de su vaquero ajustado, se las palpa, sigue por su cintura, la rodea con su mano, llega hasta sus pechos y con las dos manos, se los aprieta…. no creo que el cuerpo de policía aprobase el cacheo que le hace durante 3 o 4 segundos. Tania me mira y yo solo puedo abrir los ojos, ella me hace un gesto mezcla de disgusto y de sorpresa (agradable?). El tío la toma por sus hombros y le vuelve a dar la vuelta, le toma por los hombros y se los acaricia, subiendo sus manos por su cuello hasta llegar a la nuca, donde se para e introduce sus dedos por su pelo suelto…. Me parece oír y leve gemido… espero que no sea el.

Nos dice que estamos limpios, que bajemos por la escalera de enfrente y que allí está la sala principal.

Así lo hacemos.

Mientras bajamos le digo a Tania, para romper el incomodo silencio, que si le ha molestado que el segurata la haya sobado tan descaradamente. A lo que ella me responde que no se lo esperaba, pero que estamos aquí y todo puede pasar, que está preparada para todo.

No me gustó su cara cuando ha dicho eso. No sé si estaba asustada y muy segura.

Llegamos a una sala redonda, grande, con una tenue luz blanca. A la izquierda hay sillones, mesas, sillas, sofás. En el centro parejas bailando y a la derecha una barra paralela a la pared, con un chico y una chica detrás. Nos aborda una mujer, cuarenta y pocos, delgada, atractiva, rubia, le saco un parecido a la protagonista de la serie "Sexo en Nueva York". Vestida como una encargada de un restaurante de cinco tenedores, nos aborda con un "hola" y una sonrisa en su rostro.

Nos dice que el portero le ha informado que venimos por primera vez y que ella nos va a mostrar como funciona "su" pub.

Nos dice que la primera copa es gratis, pero que después se pagan y no son especialmente baratas, que la parte de los sofás es para entablar amistades y trazar los planes. Si queremos bailar ahí está la pista y que se pueden pedir canciones, aunque pocos lo hacen. Al fondo se abre un pasillo donde hay unos ventanales grandes y amplios y detrás de cada ventanal una habitación.

Cada habitación tiene dentro muebles variados, cama, silla, mesa, potro, camilla…

Cada mueble tiene encima una persona, hombre, mujer…

Cada persona tiene a su alrededor, como mínimo otra persona.

Todas las personas están desnudas.

Taina me vuelve a tomar la mano.

La mujer nos dice que la única condición para entrar en esas salas es entrar desnudo, puedes ver, tocar, chupar, lamer, follar, pero siempre desnudo.

Al final del pasillo de los ventanales, hay una puerta cerrada. La mujer la abre y dentro solo hay una luz arriba, tenue. En el centro de una sala cuadrada hay una cama enorme, donde piernas, cabezas, penes, coños, tetas, manos, pies, pelos, se entremezclan.

Solo se escuchan jadeos. Los masculinos suenan más que los femeninos, pero creo que hay más mujeres que hombres en la cama.

Así nos lo confirma la mujer: Es la sala de las orgías, solo se puede entrar desnudo y siempre tiene que haber más mujeres que hombres.

Tania me sorprende y le pregunta por qué.

La mujer se gira y sonriendo le dice:

¿Tu no eres de las que opina que las mujeres dan más placer a su propio cuerpo? –

Tania se ruboriza y sonriendo asiente. La mujer se gira hacia mi y me pregunta:

¿Entrarías en una cama donde haya más hombres que mujeres? –

No me ruborizo, pero asiento con cara traviesa.

Con un leve movimiento de hombros da por concluida la sesión de dudas.

Cierra la puerta y se dirige a nosotros diciéndonos que ya conocemos todo su local y que ahora deberíamos beber algo.





Una vez en la sala principal, la mujer que dice que se llama Cloe, nos trae una botella de Champán y tres copas. Nos dice que tiene que seguir trabajando y que lo pasemos bien.

Tania y yo nos miramos y empezamos a fijarnos en la gente.

Me doy cuenta de que no hay gente joven, eso lo suponíamos, pero tampoco vejestorios. Enfrente nuestra hay una pareja de unos treinta y pocos, ella está gordita pero es bonita de cara, el n para de mirar a Tania. Le doy una lave patada en su pie y ella se gira para ver al hombre. El no aparta la vista, Tania tampoco. El hombre dice algo al oído de su acompañante y se levantan los dos.

Una vez delante nuestra es la chica la que habla, preguntando si se pueden sentar con nosotros. Tania dice que si sin pensarlo mucho. El hombre se sienta a su lado, es atractivo, delgado y alto. Ella se sienta a mi lado, es más bonita de lo que parecía de lejos.

Se llaman Juan y Ana, me da que no son sus nombres verdaderos, pero nosotros si decimos los nuestros.

Empezamos una conversación que creo que es típica en estos sitios: Si habíamos venido más veces, si conocíamos estos sitios, si éramos pareja, si estábamos casados, todas esas cosas. No recuerdo ni nuestras respuestas ni las suyas, mis nervios y la risa de Tania me hacían estar a todo… sin enterarme de nada.

Entre las primeras risas, Ana empieza a apoyarse en mi rodilla y a tocarme la rodilla y el hombro. Juan a su vez, empieza a decirle a Tania algo al oído. Creo que desde hace unos minutos ya no existo para Tania.

Es extraño, siento una mezcla entre celos y excitación que no sabía que existía. La verdad es que es una sensación tan nueva como interesante.

Tania se separa unos segundos de el y me dice al oído que le ha propuesto ir a una de las habitaciones… pero los cuatro. Cojo la copa de la mesa y la apuro de un solo golpe.

Me levanto, tomo a Ana de la mano y les digo que adelante. Juan se levanta, y tomando de la mano a Tania, comienza a caminar hacía el pasillo. Me extraña que dos parejas se levanten a la vez que nosotros y nos sigan.

Llegamos a una habitación vacía donde solo hay un sofá, azulón.

Entramos vestidos, pero Ana y Juan no tardan en desvestirse por completo, sus cuerpos son muy diferentes, el delgado, musculado, alto. Ella, regordita, muy bonita de cara, poco pecho y firme.

Los cuatro estamos desnudos, Ana toma a Tania por la mano y la sienta en el sofá junto a ella.

Juan se acerca a Tania y poniendo su ya crecida polla delante de su boca. Tania tiembla, Tania me mira, Tania mira como Ana ya tiene mi polla en su boca. Tania agarra con una mano la carne de Juan y comienza a mamarla. Las dos armas de los hombres no tardan en ponerse duras, muy duras. Tania ya no tiembla, solo chupa. Ana lo ha hecho más veces: me masajea los huevos mientras me la chupa con maestría.

Noto ruido en la habitación, giro la cabeza y veo a una pareja desnuda sentada en la silla de al lado de la puerta. Ella encima de el, follándolo con calma. Me excito mucho.

Veo a Tania masturbando con la mano el enorme pene de Juan, mientras le da lametazos en el glande. Noto como Ana para de comérmela y me hace girar y ponerme de espaldas a ella. Noto como me besa las nalgas y como pasas sus manos por delante para empezar a masturbarme. Noto como la lengua de Ana empieza a buscar algo en mi culo. Noto que lo encuentra y cono como empieza a lamer mi ano. Creo que me voy a correr.

Miro a la pareja de la silla, ella ha empezado a gemir con fuerza y el a sobarle sus tetas… excesivamente grandes.

Ana para de darme placer. Tania la mira y para también.

Ana le dice a Tania que se ponga de rodillas en el sofá. Tania obedece y las dos muestran sus culos delante de nuestras pollas. Juan no espera. Se acerca al coño depilado de Tania y comienza a lamer y a meter su lengua por el. Yo, algo más desconfiado, meto dos dedos en el coño de Ana y noto que está mojadísimo. Bajo la cabeza y le doy varias lamidas. Está dulce, muy dulce, nunca había probado uno así. Me gusta y sigo comiéndole los bajos.

Ana me pide que se la meta, yo obedezco sin rechistar. Me gusta como entra mi pene en su sexo. Apretado y húmedo. Ana empieza a gritar. A sus gritos se les unen dos diferentes: Tania esta siendo follada a gran velocidad por Juan, y la chica de la silla esta gritando como una posesa.

Ana levanta una mano, la acerca a la cabeza de Tania, le tira levemente de los pelos hacia ella, gira su cabeza también y entre empujón y empujón, logra besarla y meterle su lengua en la boca. Los gritos de las chicas se ahogan ligeramente con ese beso. Tania sigue el juego y el morreo es escandaloso. Voy a correrme.

Ana me pide parar y paro.

Juan también para y nos ponemos los dos mirando a las chicas que se dan la vuelta. Se sientan en el sofá y se juntan mucho la una a la otra.

Ana toma la mano de Juan y lo acerca a ella. Tania le toma la polla y comienza a chuparla, cada 4 chupetones se la devuelve a Ana y ella da los mismos. Hasta que con un grito sordo, Juan se corre… y le ha tocado a Tania que se lo guarda en su lengua y labios y se lo traga sin pensarlo. Tiene los ojos de una loca. Ahora me acerco yo sin que me llamen.

Hacen la misma operación, pero yo no aguanto tanto como Juan, vuelve a beber Tania, que me clava las uñas en mis nalgas.

Ellas se apoyan en el respaldo del sofá, cansadas. Yo me siento en uno de los brazos del mismo. Miro a la pareja que no ha parado de follar desde que entramos en la habitación. Ella sigue gritando como una loca en cada embestida de su pareja, mientras sus tetas no dejan de bailar al ritmo de yo que sé que música.

Ana se levanta y dice que va al baño, Tania se incorpora también y la acompaña. Nos quedamos Juan y yo. Hablamos de si nos ha gustado, de si repetiremos, de si Ana me la chupó bien y esas cosas que seguramente son comunes en estos sitios.

Continuamos mirando a la pareja. Una de dos, o el se ha corrido y sigue dentro de ella, o no se va a correr jamás y ella es la mujer más afortunada del mundo. No lo sé y no me importa. Pero a Juan si.

Se levanta y va hacía ellos. Coloca su aun húmeda y morcillota polla enfrente de la cara de la chica y esta entre grito y grito, abre los ojos y ve ese nuevo regalo que le ha dado Juan. No se lo piensa y comienza a chupar, la polla ahoga sus gritos, pero no del todo, ahora son más guturales. Comienzo a empalmarme otra vez.

Me fijo por primera vez en la ventana grande que hay enfrente del sofá y veo que hay cuatro o cinco personas mirando, vestidas, pero con cara de vicio, mucho vicio. Me pregunto desde cuando estarán ahí.

Hace ya cerca de diez minutos que Tania se ha ido y no ha vuelto. Me estoy poniendo nervioso y celoso y ya es una sensación que no me gusta. No es lo mismo verla a mi lado chupando pollas, que esté por ahí dándolo todo…. Sin mi. Me levanto y me visto solo con el pantalón. Salgo de la sala diciendo a Juan que voy a dar una vuelta, intentando que no se me note mi preocupación. El ni siquiera me oye o ve. Las tetas de la mujer que le está chupando la polla, son más imponentes que mis palabras.

Busco por las diferentes salas. Hay mucha más gente que cuando entramos. No sé que hora es, pero debe de ser tarde. Hay más gente joven ahora. Me alegra saberlo, pero no encuentro a Tania.

En la sala de la cama hay tres mujeres, dos adultas de cerca de cincuenta y una joven de menos de treinta. Las mayores le están comiendo el coño a la joven a la vez… se pueden oír sus gritos a través del cristal.

En la sala de la silla una chica de poco mas de treinta, esta masturbándose con un gran consolador, mientras varias personas, de pie, la miran mientras unos se masturban y otros solo se acercan a ella para verla mejor.

En la sala del potro, una mujer de más de cincuenta, y bastante gorda, esta apoyada, boca abajo, mientras una fila de siete hombres se la está follando uno tras otro.

En la sala de la mesa, hay una mujer, alta y muy bien proporcionada, boca arriba, abierta de piernas y con los brazos en cruz, con todo su cuerpo lleno de algo que parece nata o flan, o algo comestible, puesto que la mesa está rodeada de hombres y mujeres que lamen, muerden y comen de su cuerpo.

Mi polla vuelve a cobrar vida. La preocupación sobre donde esté Tania empieza a disiparse y lo que ahora quiero es follar a alguien…. Creo que lo tendré fácil.

Llego a los baños, asomo la cabeza con timidez en el de las mujeres y pienso que menuda estupidez hacerlo con cuidado cuando todos estamos desnudos y con las piernas abiertas. Allí solo está Ana con un tanga puesto arreglándose un poco el pelo. Me ve a través del espejo y se gira sonriente. Le devuelvo la sonrisa y le pregunto por Tania.

Me responde que cree que está en la sala de las orgías. La miro con sorpresa y me dice que cree que la ha pillado el gusto a esto.

Ahora siento más celos que preocupación.

Ana me toma de la mano y salimos al pasillo, justo enfrente de la puerta de l habitación de las orgías. Antes de abrirla, noto dos manos en mi culo. Después del sobresalto, pienso que es Tania y me relajo, me giro y me llevo la (¿des?)agradable sorpresa de que no es ella. Es una chica, rubia, pelo largo y liso, delgada, preciosa, casi perfecta, cerca de los cuarenta.

Oigo a Ana decir que es Bea, una amiga del local que suele venir con ellos normalmente. Le voy a dar dos besos, pero ella se me adelanta y me da un morreo que casi me hace un lavado de estomago con su lengua. Me da un abrazo y noto que Ana me lo da también por detrás. Me empalmo mucho y aprieto las nalgas de Bea. Se ríe.

Ana abre la puerta y entramos.

Muchas piernas, muchos brazos. Nos quedamos de pie cerca de la pared. Busco lo que tengo que buscar. Encuentro a quien tengo que encontrar.

Tania esta presa por cuerpos.

Solo grita, solo gime, ojos cerrados con fuerza. ¿Le duele?, ¿Le gusta?.... no lo sé

Intento que mis ojos se adapten a la semi oscuridad que hay en la sala y poco a poco veo la escena:

Tania esta a cuatro patas, con un hombre debajo de ella taladrándole el coño, otro detrás dándole por el culo, dos pollas delante de ella, casi al mismo tiempo en su boca y dos chicas robándole las tetas. Hay tres chicas más (cumpliendo la norma de la habitación). Una gimiéndole el culo al "porculador" de Tania, las otras dos morreándose a los que están dándole pollas en su boca.

Tania grita como puede, cierra los ojos con fuerza, los abre mucho, hincha su cara con aire que toma, hincha su cara con las pollas que le entran. Se corre casi una vez por minuto. Los dos hombres de su cara, se corren casi a la vez, veo como sus corridas resbalan por las comisuras de sus labios. Noto como ella está en trance.

Me acerco con mis dos mujeres, una a cada lado de mi. La miro y me mira a los ojos, con sorpresa y con cara de arrepentimiento. Ana y Bea me bajan los pantalones y mi polla queda libre delante de su boca. No lo piensa, me la empieza a chupar sin miramientos.

Los dos hombres que la están taladrando comienzan a gritar casi a la vez y se corren. Ella cierra los ojos en un gesto entre el dolor y el placer.

No voy a tardar en correrme. Mientras Ana y Bea están al lado de Tania haciendo un increíble 69.

Me corro en la boca de mi acompañante.

Grito.

Los cuatro hombres están siendo limpiados por las restantes chicas.

Me desplomo en la cama.

Los hombres empiezan a irse, las chicas también. Me incorporo y le digo a Tania que deberíamos pensar en irnos.

Tania me mira y me dice que ella se queda un poco más.

La habitación empieza a llenarse de gente de nuevo. Entre ellos Juan y el chico de la silla, entre ellas, la chica de la silla y la gorda del potro.

La miro y me sonríe.

Me pongo los pantalones y salgo de la habitación.

Pido una cerveza en la barra.

Si que es cara si.

(c) locutus

Un mirón en la playa

Yo tenía a mi novia por una persona tímida. Hasta que nos ocurrio esto.

Las vacaciones en Brasil estaban resultando mejor de lo que yo esperaba. En principio, el concepto "complejo turístico tropical todo incluido" me resultaba aburrido y algo tópico. Pero después de un año bastante difícil en lo laboral, tanto para Luna como para mí, aquellos diez días en las playas brasileñas nos estaba viniendo de lujo. Luna y yo vivimos juntos desde hace algunos años. Los dos andamos cerca de los treinta, pero la verdad es que ella parece mucho mas joven que yo. Es menuda, delgada, con un culo redondito que se mueve graciosamente cuando camina, y unos pechos duros y erguidos que son mi perdición. A su aspecto juvenil contribuye una cara de niña traviesa, una preciosa sonrisa que ilumina y unos ojos claros con los que también sonríe cuando te mira.

Nuestra vida sexual es mejor que buena, jamás pensé encontrar una pareja con la que me compenetrara tan bien. Solo hay un pequeño "pero": A ella le cuesta mucho superar su vergüenza y compartir conmigo sus fantasías. Una de esas pocas fantasías que he logrado que confiese es que le gusta el exhibicionismo. Conseguí que admitiera que fantasea con hacer el amor mientras un mirón la observa. Yo, por el contrario, soy mucho más pudoroso en cuanto a exhibirme, incluso alguna vez he parado si estábamos en público, y veía que unos besos y un magreo iban a pasar a algo más. Pese a su fantasía exhibicionista, y en contra de lo que pudiera parecer, Luna es una chica bastante tímida. No enseña más de lo normal en estos tiempos de tangas y canalillos, y, cuando vamos a la playa, ni siquiera hace topless. Por eso me sorprendió tanto lo que nos ocurrió.

Nos quedaban solo un par de días para volvernos a casa, por lo que aprovechábamos nuestros últimos momentos de relax, antes de volver a la jungla en que se habían convertido nuestros respectivos trabajos. Habíamos pasado el día en una playa, que no era la más cercana al hotel, pero que nos gustaba más, porque estaba algo mas escondida y era mas tranquila y solitaria. Atardecía, y en unos instantes tendríamos que irnos. Ya no se veía a nadie en la playa, casi todos los turistas habían abandonado sus hamacas para volver a los hoteles, solo algún ocasional paseante aparecía muy de cuando en cuando. Estábamos tumbados cerca de la orilla, yo boca arriba, dejando que la brisa acariciara mi cara, y Luna boca abajo. De pronto se incorporo un poco y me miro, sonriéndome.

- ¿Sabes que estas muy guapo?- me dijo.

- Vaya, gracias- conteste -. Tú tampoco estás mal.

- Imbécil- me dijo riendo, mientras me pegaba un puñetazo. Empezamos a pelear de broma, y al final acabamos revolcándonos por la arena. Se subió sobre mí, y me beso lentamente en los labios. Empezó a acariciar mi pecho, y su mano bajo hasta el borde de mi bañador.

- Para, que me pones malo- proteste.

- A lo mejor lo que quiero es ponerte malo- contesto, y me volvió a besar, mientras su mano ya acariciaba mi polla por encima del bañador.

- ¿Que estas haciendo?- proteste de nuevo- Déjalo que ahora me quedo yo con el calentón hasta que lleguemos al hotel.

- ¿Y quien dice que vayamos al hotel? - me sonrió con cara de no haber roto nunca un plato.

- No me digas que quieres hacerlo aquí.

- Si - contesto, apretándome los huevos.

- Joder ¿Y si pasa alguien? ¿Y si nos ven?

- Venga, hombre, no seas aguafiestas. Mira, por aquí ya no pasa nadie. Estamos solos.

- Pero hay gente paseando por la orilla y...

- Le cortas el rollo a cualquiera -protesto ella-. Mira, vamos hacer una cosa. Si nos vamos allí ¿te quedas mas tranquilo y dejas de poner pegas?

El lugar que estaba señalando eran unas dunas un poco apartadas de la orilla, junto a unos juncos, y que por tener los típicos altibajos de las montañas de arena, a pesar de estar cerca de los paseantes que podían andar junto a la orilla, quedaban ocultas a la vista. Sopesé el riesgo, pensé que nos podría ver alguien, pero ella me miraba de una forma que no podía resistirme. No dije nada, solo me levante, la tome de la mano, y juntos caminamos los pocos pasos que nos separaban de las dunas.

- ¿Y a ti que te pasa hoy?- pregunte, mientras la apretaba el culo.

- Que me apetece hacer una locura antes de volver a casa- contesto-. Además, mira que bonito es todo esto ¿No te apetece hacer el amor aquí?

Lo cierto es que el lugar era paradisíaco, pero, la verdad es que a mi me daba ya todo igual. Luna había conseguido ponerme a cien, y en ese momento lo único que me dominaba era el deseo.

Llegamos a las dunas. Extendí la toalla y nos recostamos en ella. Rápidamente, Luna me atrajo hacia si con un abrazo y me mordió el labio inferior. Por el rabillo del ojo no pude evitar mirar hacia la playa. Vi que las dunas nos ocultaban de la orilla, me quede mas tranquilo y la devolví el apasionado beso.

Luna se subió sobre mí y volvió a acariciarme el pecho. Yo respondí a sus caricias, sobando sus tetas por encima del bikini. Cuando ya no pude mas, corrí las cortinillas de la parte superior del bikini, dejando al aire sus preciosas tetas, cuyos pezones ya estaban duros por la excitación. Empecé a chuparlas, mordisquearlas y lamerlas, mientras Luna me agarraba la cabeza fuertemente contra su pecho, suspirando. La tumbe en la toalla y la mire un momento. Estaba preciosa, con el pelo revuelto, con los pechos desafiantes asomando por los lados del bikini aun puesto, y una expresión de deseo en el rostro. Volví a lamer sus pezones y, lentamente, fui bajando por su vientre, con besos y mordisquitos, hasta llegar a la parte inferior de su bañador. Levantó un poco el culo y se lo quité. Observe su delicioso coñito depilado, cuyos labios brillaban ya por la humedad. Sonreí y me sumergí en él. Empecé besándola por el perímetro y los labios exteriores, pero no tarde mucho en abrirlos y acceder a su interior. Rápidamente encontré el clítoris y empecé a lamerlo, moviendo la cabeza a los lados y arriba y abajo. Luna suspiraba y gemía. Me agarro la cabeza fuertemente con las dos manos y me atrajo aun más, como si quisiera que entrara dentro de ella. En ese momento, metí dos dedos dentro de su coñito y ella no pudo más. Se corrió, retorciéndose en espasmos y ahogándose en suspiros.

Me incorpore y, de rodillas como estaba, la observe unos segundos. Su respiración se normalizaba, y me fije que la parte inferior de su bikini se había quedado enrollada en uno de sus tobillos, cosa que me dio aun más morbo. Ella me sonrió y, con una mirada pícara, gateó hasta donde yo estaba. Sin cambiar de postura, me bajo el bañador de un tirón, me agarro la polla, y comenzó a lamerme los huevos. Rápidamente se metió el capullo en la boca, para, a los pocos segundos, sacársela, lamer la punta y volvérsela a meter. Luna es toda una experta en mamadas, a veces, en broma la digo que ella nació para comer pollas. Ella hace como que se enfada, pero se que en el fondo la gusta que le diga ese tipo de cosas. El caso es que yo sabía que con ese tratamiento no iba a tardar mucho en correrme, y antes de eso quería penetrarla. Así que me aparte de su cara y, sin que ella cambiase de postura, es decir, dejándola a cuatro patas, la rodee. Quedamos colocados de forma que el mar estaba a nuestra espalda y el bosquecillo de juncos, al frente. Ella puso el culo en pompa, yo restregué un poco la punta de mi polla por su abertura y, de un solo golpe, le metí la polla hasta el fondo. Luna chilló, al notarla tan dentro, y empezó a jadear a medida que me iba moviendo lentamente dentro de ella. Percibí que gemía de una manera mucho más exagerada de lo normal, y se movía también exageradamente, pero lo achaque a la excitación del momento. Cuando noté que se iba a correr, aumenté el ritmo de las embestidas. Ella gritó con más fuerza, y empezó a mover el culo al ritmo contrario al que yo la penetraba.

En ese momento, escuche un ruido. Levanté la cabeza, y vi que los juncos se movían. Entre la maleza distinguí una forma humana. Saqué mi polla del coñito de Luna y fui a levantarme para espantar al mirón, pero ella me lo impidió. Me agarro del brazo, se giro ligeramente y, con una mirada que yo no había visto nunca en ella, me dijo:

- No, por favor. Sigue.

- Pero...- protesté yo- Hay un tío mirando.

- Calla- suplicó ella-. No digas nada. Sigue, por favor. Pase lo que pase, no pares.

Entonces lo entendí: Los jadeos y movimientos exagerados de antes no correspondían a lo bueno de mi faena. El mirón debía llevar un rato, y Luna debía haberle visto, así que estaba exagerando para él, para que viera lo bien que lo estaba pasando y se excitara aun más. Luna por fin se había desinhibido y estaba cumpliendo su fantasía, tener público mientras follaba.

La situación me resultaba insólita, pero por otro lado he de reconocer que el morbo iba creciendo en mí. Además, era la fantasía de Luna, así que no tenia ningún derecho a arruinársela. De manera que me arrodillé y volví a penetrarla y a follarla con el doble de fuerza.

El caso es que yo no me acostumbraba a tener un espectador, y estaba mas pendiente de lo que ocurría entre los juncos que de Luna. Ella se debió de dar cuenta, y decidió cambiar las tornas. Se separó de mí, con un suave empujón en el pecho hizo que me tumbara, y ella se puso sobre mí, de manera que quedaba de espaldas a nuestro espectador. Me beso apasionadamente, y luego me susurro al oído:

- Es mi fantasía. Ya lo sabes. Así que, por favor, sigue. Esto me da mucho morbo, y quiero dejarme llevar- hizo una pausa, me miro tiernamente y concluyó -. Te quiero.

Me volvió a besar, chupando mi lengua, mientras que con una mano ella misma agarró mi rabo y se la volvió a meter en su coñito, que estaba chorreando. Una vez dentro, sin despegar su pecho del mío, empezó a cabalgar como una loca. Pensando que el mirón no tendría suficiente, Luna llevo sus manos a sus nalgas, y las abrió bien, para que el espectador pudiera ver perfectamente su culito, y como mi polla entraba y salía de su coñito. Supongo que el mirón entendió esto como una invitación, porque por fin se decidió a salir de su escondite entre los juncos.

Caminó los pocos pasos que nos separaban, y se coloco de pie junto a nosotros, mirándonos. Era un muchacho joven, de raza negra, guapo, con un poco de pelo ensortijado sobre la cabeza. No era excesivamente musculoso, pero si fibroso y con un cuerpo bien definido. Iba vestido únicamente con un bañador largo de motivos tropicales. Al verle junto a nosotros, Luna se incorporó y, sin dejar de envainarse mi polla, miró a los ojos al muchacho negro, relamiéndose con expresión lasciva. El muchacho empezó a sobarse la polla por encima de la tela del bañador, donde ya se notaba un tremendo bulto de la erección. Supongo que Luna se estaba tomando muy en serio su papel de estrella porno, porque, animada por la evidente erección del muchacho, empezó a contonearse sobre mi polla, y, poniendo una expresión de putilla que yo nunca había visto, se chupó un dedo para luego, con el, acariciarse el clítoris. Después de eso, sin dejar de mirar al chico ni de relamerse, empezó a estrujarse las tetas y a pellizcarse los pezones.

El pobre chico no aguanto más. Desató el cordón de su bañador y tiro de él hacia abajo. Un enorme pollón negro salto junto a la cara de Luna, que abrió los ojos, sin creer lo que veía. La escena no podía ser mas excitante: Mi novia, hasta hacia unos minutos, una chica tímida y prudente, cabalgaba mi polla como una poseída, poniendo unas caras de guarra inimaginables para mi, mientras se sobaba las tetas o se daba marcha al coñito, y a escasos centímetros de su carita de niña buena un desconocido se pajeaba con su enorme verga negra. Ella ya ni me miraba a mí, solo tenia ojos para aquel descomunal instrumento. Alzó la vista un segundo y miró sumisa a los ojos del joven, como pidiendo permiso. Él la sonrió, dejó de masturbarse y, con la misma mano acarició la carita de mi novia. Entonces Luna alargó el brazo y agarró la polla del muchacho. Con mucha delicadeza y parsimonia, como quien abre un regalo muy deseado, echó hacia atrás la piel de la polla, dejando al aire un capullo grueso y amoratado. Empezó a masturbarle suavemente, y el chico comenzó a suspirar. Aquel pollón, negro y enorme, parecía aun mas negro y mas enorme en comparación con la manita de Luna meneándolo, intentando sin éxito abarcarlo en todo su grosor. Yo, por mi parte, llevaba rato sintiendo una punzada de celos en el estomago, pero la escena que ante mí se representaba era demasiado excitante y morbosa para pensar con claridad, de manera que sentía como mi polla se ponía más y más dura, como nunca antes la había sentido.

Luna se mordía el labio inferior, llena de deseo, mientras miraba fascinada aquel capullo negro y brillante, con unas gotitas de líquido preseminal en la punta. Sus pechos estaban más altivos que de costumbre y los pezones estaban duros como dos agujas. Lo que venía a continuación, yo sabía que era inevitable. Mi novia acercó su boquita al pollón, y lo beso tiernamente en la punta. Luego se dedico a recorrer lentamente todo el miembro con su lengua, empezando por la punta, bajando hasta la base del tronco, y deteniéndose en los huevos, grandes y colgantes, que lamió y chupo. Luego volvió arriba, y se detuvo en el prepucio, lamiendo el frenillo, mientras miraba con una sonrisa perversa al muchacho, que se derretía con sus besos. Acto seguido, se restregó la polla por toda la cara, el cuello y los pechos, hasta llegar a los pezones, que frotó con fuerza contra el capullo. Por fin se la metió en la boca, aunque solo pudo con un poco del principio debido a su longitud. El muchacho, mientras tanto, no perdía el tiempo, y comenzó a acariciar las tetas de Luna, caricia que enseguida se convirtió en un sobeteo en toda regla. Mientras, ella se la mamaba como si la vida le fuera en ello, y con las dos manos le pajeaba, sin poder abarcar toda su extensión. Todo esto, por supuesto, a la vez que botaba sobre mi polla, encadenando orgasmo tras orgasmo, sus gemidos de placer ahogados por el trozo de carne que tenia en la boca.

Tras unos pocos minutos de mamada, el muchacho, de pronto, se retiro de la boca de mi novia. Ella le miro a los ojos y, simplemente, sonrió, abrió la boca y sacó la lengua. El chico empezó a masturbarse rápidamente, apoyando su capullo sobre la lengua de mi novia. Ella, para ayudar, le daba un lametazo de vez en cuando, sin cerrar la boca en ningún momento. La espalda del chico, al fin, se tensó, y eyaculó. El primer chorretón de semen salio despedido directamente a la lengua de Luna. Fue tal la cantidad de leche que salió en aquella primera tanda, que la gran mayoría se derramó de la boquita de mi novia, deslizándose por su barbilla hasta llegar a su pecho. El segundo chorretón cayó en su mejilla, y parte fue a pararle al pelo. Los siguientes, menos abundantes, se derramaron por el resto de la carita y los labios de Luna. Yo, al ver a mi novia, sonriendo, con la cara llena de la corrida de un desconocido, al ver esa escena más propia de una película porno que de mi propia vida, exploté en un violento orgasmo, me corrí como nunca lo había hecho, llenando el coñito de ella con lo que a mí se me antojaron litros de leche, y juro que cuando terminé de correrme parecía que me había quitado cien kilos de peso de los huevos.

Luna, por su parte, seguía entretenida con la polla del muchacho, como si no quisiera renunciar a aquel juguete que acababa de descubrir. Estaba claro que el desconocido se había vaciado a conciencia, porque mi novia tenía salpicaduras de la abundante corrida por los labios, las mejillas, y el pelo. Un espeso goterón de leche le colgaba de la barbilla, se le deslizaba hacia los pechos y le colgaba de uno de los tiesos pezones como si fuera una estalactita. Pero ella no tenía bastante con el baño de semen, seguía chupando aquel pollón y lo estrujaba como si quisiera exprimirlo. Luego se lo sacó de la boca, y empezó a restregárselo por su cara, extendiendo la leche por todas partes, hasta que el miembro empezó a perder su rigidez y a quedarse flácido.

Cuando esto ocurrió, el muchacho miró a Luna con ternura, la acarició el pelo y, acto seguido, se subió el bañador y se fue por donde había venido sin mediar palabra.

La situación era desconcertante. Mi novia, a la que hasta ahora tenía por una persona vergonzosa, me acababa de deleitar con una escena digna de la más depravada película porno que podía imaginarme: Se había comido el rabo de un desconocido y había dejado que se corriera en su cara. Demasiado fuerte para mí. Pero ella tan solo se volvió hacia mí, me sonrió dulcemente y me dijo:

- Gracias. Te quiero.

E inmediatamente, se levanto de la toalla y corrió hacia el mar. Yo la seguí y ambos nos bañamos abrazados en el agua del anochecer, como dos niños cansados de jugar.

caramelovenenoso1977

Primera incursión swinger

Después de fantasear mucho en la cama, es decir, después de meter gente en ella, aunque solo sea de pensamiento, nos decidimos a dar el paso. Con las fantasías ahuyentamos los fantasmas de los celos, y con una copa previa esperamos envalentonarnos a entrar en el pub liberal, no sin miedos y dudas.

Allí nos recibió una pareja, regentes del local, muy amables, abiertos, que denotaban seguridad y confianza. Se presentaron y nos comentaron las normas del local (siempre condón, no significa no, y la libertad es poder elegir, básicamente). Después de este encuentro la verdad es que nos sentimos más confiados.

Nos sentamos en una mesa apartada, con luz tenue y de sofás cómodos y amplios. Al cuarto de hora y con la primera copa casi apurada nos piden educadamente sentarse una pareja, a lo cual accedimos. Eran jóvenes como nosotros y muy dicharacheros. Nos contaron un poco de todo, de sus gustos, aficiones, (también eran nudistas), y de sus primeras experiencias en el swinger. Tanto sus buenas como sus malas experiencias. Estuvimos hablando casi una hora y la verdad es que eran muy simpáticos.

Ya con un poco más de confianza, la chica empezó hablarme con su mano en mi rodilla, estábamos sentados Jorge, mi novia, Ana, y yo. Poco a poco se fue deslizando casi imperceptiblemente hasta mi entrepierna, con lo que yo ya ni podía prestar atención a lo que decía. Mi novia, al ver la situación no quiso ser menos y puso su pierna colgando encima de la rodilla de Jorge (no hacía falta que mi novia me dijera nada, yo sabía que Jorge era su tipo, alto, rubio y sin barriga), con lo que Jorge se vio con vía libre para actuar, acariciando la pierna de mi novia por el interior. La verdad es que los dos (mi novia y yo) nos sorprendimos de estar disfrutando de una manera tan natural.

Ana dejó de andarse con rodeos y con una mano me empujó suavemente contra el respaldo del sofá y se lanzó a comerme la boca, yo no pude hacer otra cosa que corresponderla efusívamente, abrazándola y notando su espalda suave y cómo sus tetas luchaban por mantener la separación entre Ana y yo. Al rato, me dió por investigar a mi novia, y me la encontré dándose el lote con Jorge mientras ya le tenía la polla afuera y se la meneaba muy fuerte (como yo había experimentado en innumerables ocasiones), totalmente ajena a Ana y amí. Parece ser que las chicas han toman aquí las decisiones, pensé, mejor.

Ana estaba echada sobre mí y me besaba, me lamía y me chupaba el cuello con fuerza, mientras me bajaba la cremallera con mucha maestría y me sacaba el miembro totalmente erecto. Yo miraba a mi novia, meneándosela a otro, como si viera una película porno. Ellos, totalmente ajenos a nosotros, estábamos juntos, pero sin estarlo. Jorge había sabido entrarle y estaba ya con un habilidoso dedo dentro de mi novia. Mi novia se retorcía de placer y hacía círculos con su pelvis, para que el dedo de Jorge no perdiera ni potencia ni velocidad. Entraba y salía de forma suave y precisa, como un pistón bien engrasado con el lubricante natural de mi novia. Por su parte, mi novia le hacía una paja ejemplar, de las que solo mi novia sabe hacer. Supo sacar el líquido preseminal de Jorge para poder restregar su pulgar por el capullo, sin dolor y con mucho placer, lo digo por experiencia. Ana llevaba un tiempo masturbándome y yo ya me conocía sus tetas lo suficiente.

Interrumpí a mi novia y me dirigí a Jorge. Mi novia salió de su trance y se sorprendió un poco de verme ahí, como si yo nunca hubiera estado, y me miró un poco avergonzada. Le pasé un condón a Jorge, y le dije: "el secreto de mi novia está en la boca". Acto seguido Jorge se lo colocó rápidamente, yo me incliné sobre Ana y le di un morreo a mi novia. "Aunque me da un poco de coraje, demuéstrale lo que sabes hacer" le dije. Ella, no dijo nada. Solo se agachó cogió la polla de Jorge y se la comió de un solo trago. Jorge se recostó sobre el sofá y suspiró de placer. Yo sabía cómo la comía mi novia, y Jorge me dio mucha envidia en ese momento.

Ana me miraba mientras yo contemplaba a mi novia succionando a otro, cogió un condón y me lo puso casi sin darme cuenta, y empezó a chupármela a mi también. He de reconocer que me gustaba cómo lamia mi polla, pero ni comparación con los juegos de lengua y boca de mi novia. Me di cuenta que a Ana la tenía descuidada, solo le había tocado por encima las braguitas, y sin embargo, mi novia y Jorge se habían dado el gran magreo.

Cogí a Ana la volteé de manera que tuviera acceso directo a mi polla y yo acceso manual a su coño. Entonces introduje mi mano por debajo de sus bragas. Noté un pelo suave y abundante, pero perfectamente delimitado a cuchilla. Me adentré más adentro, deseoso de explorar ese nuevo mundo para mí. Palpé un clítoris muy grande y sensible, ya que cuando lo tocaba directamente Ana hacia movimientos de incomodidad. Tenía unos labios internos prominentes, de esos que parecen que te están dando la bienvenida a entrar. Estaba completamente mojada, había empapado ya sus bragas y mis dedos se deslizaron adentro despacio, pero con decisión, lo que provocó una súbita aceleración en boca, síntoma de iba por buen camino. Yo estaba concentrado en el coño y en la boca de Ana, que la verdad es que la chupaba bastante bien, cuando noté cómo mi novia aceleraba el movimiento de su pelvis, moviendo todo el sofá lo que hizo que dirigiéramos las miradas hacia ella, cerró sus ojos y cuando todos estábamos mirando se corrió como hacia tiempo que yo no la veía con un gemido ahogado por lo menos de 10 segundos. Descansó un momento y siguió chupándosela a Jorge ya más calmada, pero no por ello peor (lo digo por experiencia también). Yo ya no pude aguantar más de ver la escena de mi novia chupando, yo siendo chupado por Ana, y de Ana completamente abierta de patas con el coño chorreando, por lo que me corrí sin remedio. Aceleré mi dedo en el coño, lo que aprovechó Ana para correrse también de una manera muy húmeda, dejándome toda la mano mojada.

Mi novia le quitó el condón a Jorge y empezó a masturbarle de esa manera que a mí me encanta, y por lo visto a Jorge también, porque no tardó en correrse abundantemente en la mano de mi novia. Le salía semen por entre los dedos y se deslizaba por su muñeca. Yo sé que esa sensación de tener la mano llena de semen a mi novia le encanta, y seguro que estaría disfrutando muchísimo en ese momento.

Nos quedamos todos muy satisfecho del momento pasado. Nos vestimos y nos fuimos a lavar. Nos intercambiamos lo números de teléfono, porque eso había que repetirlo. Al llegar a casa, nos contamos lo que sentimos en esos momentos, y aunque los dos tuvimos momentos de celos, nuestra confianza mutua salió reforzada, y el recuerdo nos puso de nuevo muy calientes, lo que provocó que folláramos de nuevo, esta vez, juntos.

© mochilaconbolsa

Un boy solo para ella

El mejor regalo para el cumpleaños de mi mujer un boy para ella solita

Somos una pareja normal, y con el paso de los años nuestras relaciones sexuales se fueron volviendo monótonas, todo comenzó cuando, para buscar un poco de morbo cuando hacíamos el amor o nos masturbábamos mutuamente yo le decía a mi mujer que pensara y se imaginara que se lo estaba haciendo otra persona que no fuera yo.

Mientras lo hacíamos, yo le hacia imaginar que otro hombre se lo estaba haciendo con ella, y la verdad es que se excitaba muchísimo, viendo esto comencé a comentarle que realmente me excitaría, verla haciendo el amor con otros hombres, a lo que ella contestaba que no, que le gustaba imaginarlo pero que no se veía capaz de hacerlo realmente. Yo no deje de insistir y sabia que tarde o temprano ella accedería, solo tenia que tener paciencia.

Llegaba el día de su 40 cumpleaños y me propuse hacerle el regalo mas cachondo y excitante de su vida, se me ocurrió contratar a un boy para que le bailara y la pusiera cachonda, yo se lo comente pero ella se reía y decía que yo no seria capaz de hacerlo, y que ella misma dudaba de cómo reaccionaria en aquel momento, que seria incapaz. Bueno pues me puse manos a la obra y mi decepción fue extrema cuando empecé a preguntar por teléfono en las empresas que se dedicaban a estos menesteres, era carísimo y para mi era imposible hacer una inversión tan grande, pero no deje de pensar en el regalo y no me di por vencido, se me ocurrió poner un anuncio en Internet en unas cuantas paginas de contactos, explicando claramente lo que buscaba, y como podrás comprender, de momento empezaron a llegar respuestas de hombres que se ofrecían a realizar el streptease para mi hermosa hembra.

De todos los anuncios, que llegaron elegí uno que era de un chico de nuestra misma ciudad, tenia un cuerpo muy bien formado y las dimensiones de su polla eran realmente pasmosas, yo estoy dentro de la media, pero el la tenia enorme e increíblemente gruesa, para no caer en falsedades, le mande un nuevo e-mail y le dije que quería que se hiciera una foto de su polla junto a una hoja de papel donde pusiera "para tu mujer de parte de Luis", mi sorpresa fue mayúscula cuando a la noche siguiente, abrí el correo y allí estaba la foto tal y como se la había pedido. Quede con el para el día siguiente a tomar un café y le explique claramente la situación que buscaba, le dije que en principio yo no sabia como reaccionaria ella, e incluso le advertí que podría reaccionar mal al verlo y que no quisiera ni siquiera que entrara en casa, el lo entendió y me pareció una persona razonable ya que dijo que a el simplemente le excitaba bailar para ella y que si no había nada mas no importaba, la única condición que me puso era que le gustaría que mi mujer estuviera vestida provocativa y con medias ya que eso le ponía bastante, quedamos para el día del cumpleaños para que llegara a casa a las doce en punto de la noche, y le prometí que ella estaría vestida a su gusto.

Los días anteriores a su cumpleaños, comencé a comentarle a mi mujer, el regalo que le tenia preparado, le traería un boy bien hermoso, para que bailara solo para ella, a mi mujer le entraba la risa y decía que no me creía capaz de hacer una cosa así.

Por fin llego el día, y a las diez le dije que se duchara y se pusiera bien excitante para la ocasión, ella me seguía el juego, yo creo que convencida de que no pasaría nada raro y que yo mismo seria su boy, bueno se ducho y yo mismo le seleccione la ropa que quería que se pusiera y se la deje encima de la cama, un camisón cortito negro de encaje, un liguero negro con sus medias a juego, un tanga minúsculo y el sujetador negro mas bonito que tenia, así como unos zapatos de tacón bastante altos. Cuando salió de la ducha se dirigió a la habitación y se vistió, salió y estaba de infarto, espectacular y con el pelo recogido y bien perfumada, nada mas verme me dijo que si yo era su boy y le dije que tuviera paciencia que a las doce llegaría, ella se reía , tomamos una copa en el salón de casa y como estaba tan excitada me consto trabajo evitarla para que llegara la hora, a las doce menos cuarto sonó mi móvil, era el, le dije que subirá que yo le diría a ella que se sentara en el centro del salón para que el bailara a su alrededor, no os podéis imaginar la cara que puso mi mujer cuando escucho el móvil y me oyó hablar, me dijo me estoy mosqueando, no será cierto que va a venir un boy, yo le dije que si, que por favor se sentara y que esperara.

El llamo a la puerta y fui a abrirle, mi esposa se puso nerviosa y me dijo que estaba loco, abrí y allí estaba el bien arreglado con unos vaqueros y una camiseta de manga corta blanca y súper ajustada, le dije que ella estaba esperando, no se describir la cara que puso mi mujer cuando lo vio aparecer, estaba blanca, se dieron un par de besos en la mejilla, y directamente puse música y el se puso a bailar alrededor de mi mujer, empezó despacio, muy cerca de ella pasando de vez en cuando sus manos por la espalda de ella, yo me situé en el sofá justo frente a mi mujer, ella estaba bloqueada y poco a poco el le cogía las manos y se las pasaba por encima de la camiseta, mas adelante el se quito la camiseta y muy despacio se quito los pantalones dejando a la vista un descomunal paquete que resaltaba bien claro, pues ya se notaba que estaba medio empalmado, mi esposa no quitaba los ojos de su polla y creo que estaba deseando hacer algo mas, en un momento el le cogió la mano a mi caliente esposa y se la llevo directamente a su paquete, me quede pasmado de su reacción, se puso a marearle la polla y sin dudarlo le bajo los calzoncillos hasta las rodillas y empezó a hacer comentarios excitantes sobre aquel rabo enorme, que grande, que gorda, es impresionante, toda excitada le dijo que si aquella pedazo de polla era solo para ella, el le dijo que enterita desde el principio hasta los huevos, no lo dudo, la cogió y se puso a chuparla como si nunca hubiera visto una, la cogió con una mano y con la otra le sobaba los huevos, mientras se la comía escandalosamente tanto que el chaval tuvo que apartarla, la levanto de la silla y se la llevo al sofá junto a mi, le quito el camisón y comenzó a sóbrale y chuparle las tetas con pasión, mi cariñito no paraba de suspirar a la vez que se masturbaba, estuvo un buen rato disfrutando de sus tetas hasta que ella lo aparto y le dijo que se sentara en el sofá, mi preciosa se puso de rodillas y empezó a comerle la polla disfrutando como una loca el chaval estaba echo polvo y aguantaba como podía, ella me miro y me dijo que fuera a por preservativos que quería aquel trozo de carne en su coño pero ya, los traje y te puedo decir que me los quito de la mano abrió uno y se la puso con la boca, se puso encima de el y le dijo que el no se moviera que el lo único que tenia que hacer era comerle las tetas sin parar, estaba excitadísima, el tío no paraba de chupar tetas y marearle el culo, en un segundo ella enfilo la pedazo de polla hacia su coño y sin dudarlo se la clavo hasta el fondo y empezó a cabalgarlo a lo bestia, no paraba de alabar aquella polla, dios que no me cabe, como la siento, me llena toda que gorda, sus movimientos eran cada vez mas acelerados y de momento empezó a gritar como nunca la vi, el orgasmo fue increíble, mas tarde me confeso que se fue tres veces, el chaval se corrió un poco antes que ella, nada mas desmontar a aquella espectacular tranca se abalanzó sobre mi y me dio las gracias por aquel estupendo regalo mientras se agacho y se puso a hacerme la mejor mamada que me ha hecho en toda mi vida.

Todavía sigue dándome las gracias por aquel regalo y como no nuestro amigo nos visita casi todos los fines de semana. Por cierto las gracias son para todos.

GATADENOCHE