sábado, 27 de marzo de 2010

Casi un trío

La primera vez con alguien más en nuestras relaciones.

Este relato es sobre mi esposa Ángela y yo, Artemio. Ella es chaparrita, morena y delgada, no está superbuenísima, pero yo la veo muy linda. Su cuerpo es menudito, con tetas pequeñas y redonditas, con su areola y pezones grandes que recuerdan la forma y tamaño de un chupón para bebé, sus manos son pequeñas, y sus piernas son fuertes con nalguitas bien formadas, tiene vello púbico escaso lo que permite ver claramente sus oscuros labios vaginales. Por su estatura corta, se ve mucho más joven, tiene 38 años, pero aparenta diez años menos. Ya tenemos 17 años de casados y tres hijos. Vivimos en una colonia del sur de la ciudad de México. Quiero contarles lo que pasó en nuestra primera experiencia cuando involucramos a alguien más. Nuestra vida comenzó a cambiar a partir de que empezamos a leer historias eróticas en la computadora. Algunas veces ella seleccionaba la historia que le había gustado, otras veces lo hacía yo. Leímos una gran cantidad y variedad de relatos, invariablemente terminábamos excitados y luego nos dábamos una buena cogida. Una temporada estuvimos leyendo historias de tríos, fue inevitable tener una plática sobre si aceptaríamos tener sexo con alguien más. No discutimos si hombre o mujer, aunque cuando volvimos a tocar el tema, afloró nuestro temor y no estuvimos convencidos de que lo quisiéramos hacer.

Tiempo después ella trajo a la conversación el asunto de los tríos. Aunque la verdad a mí no me desagradaba la idea, sobre todo si quisiéramos involucrar a otra mujer. Estábamos inseguros si pudiéramos incluir a alguien más en nuestras relaciones, luego de una infinidad de argumentos y discusión sobre eso, concluimos que quizá el paso inicial sería tener relaciones sexuales junto a otra pareja, para verlos y ser vistos cogiendo. La simple idea nos excitaba. Pusimos un anuncio en una página de internet que facilitan estos encuentros, tuvimos pocas respuestas de parejas, la mayoría proponían hacer intercambio, pero no estábamos listos para eso. Muchos hombres respondieron al anuncio y, para mi mala suerte, ninguna mujer lo contestó.

Un tanto decepcionados pensamos en desistir. Sin embargo, como mencioné la idea nos excitaba, así que pensamos permitir que un hombre observara nuestras relaciones. Esa experiencia nos permitiría sopesar si podríamos incluir a un tercero. Respondimos a cuatro de los correos electrónicos que estaban dispuestos solamente a observar. Les pedimos que nos enviaran una foto y posibilidades de reunirnos en la ciudad de México. Finalmente elegimos a Lucas, un tipo joven, delgado y chaparrito.

Concertamos la cita en un restaurant cercano al hotel donde nos registramos. Acudimos un tanto temerosos. Llegamos como una hora antes. Ángela era un manojo de nervios y le sudaban las manos profusamente. Le pregunté si aun debíamos continuar con el plan. Ella asintió con su cabeza. Para calmarnos pedimos unos bebidas mientras esperábamos a Lucas. Ella se tomó los dos primeros tequilas de un sorbo. El tercero ya lo hizo con calma, lo cual indicó que Ángela ya estaba menos nerviosa. Llegó Lucas. Platicamos sobre asuntos banales mientras tomamos otros dos tequilas. Noté que ella ahora sí estaba relajada al igual que yo. Lucas nos pareció agradable, le pregunté qué tanta experiencia tenía en estos asuntos. Nos dijo que la primera vez que se atrevió a contestar anuncios hacía ya tres años, desde entonces tuvo relaciones con cuatro diferentes parejas, así que éramos la quinta pareja. También me interesó cuál había sido su participación, respondió que en dos ocasiones el esposo quería ver a su mujer coger con otro, otra pareja quiso hacer un sándwich, y otro matrimonio pidió ser observado. Le aclaramos que únicamente nos observaría, lo cual aceptó, aunque nos preguntó que si en caso de excitarse y querer masturbarse lo podría hacer. Miré a Ángela antes de responder. Con su mirada me indicó que no habría problema. Le dije que estábamos de acuerdo. Pedimos el último tequila, aunque Ángela dijo que solo trajeran dos, pues ella estaba un poco mareada.

Luego nos dirigimos al hotel. Tan pronto entramos al cuarto, Lucas tomó una silla la puso a un lado de la cama y nos dijo que hiciéramos de cuenta que él no estaba presente. Mi mujer se paró frente a mí, quedando de espaldas a Lucas, y comenzó a desvestirse sin prisa. Aunque fingía no verlo, el hecho de saber que estaba presente le daba un morbo especial a la situación. Retiré mis ropas rápidamente. Cuando quedé desnudo, ella terminó de quitarse las medias. Me acerqué a Ángela para ayudarle a quitarse el sostén. Al rodearla con mis brazos, instintivamente comenzamos a besarnos con desenfreno. Los dos nos encontrábamos más excitados de lo habitual. Continué besando su cuello retirando su sostén y continué besando su pecho yendo lentamente hacia sus tetas. Me sorprendió la dureza de sus areolas y pezones. Ella comenzó a gemir un poco, metía sus dedos entre mi cabello, aprisionando mi boca sobre sus tetas. Moví mi cuerpo hacia adelante, lo cual hizo que ella se sentara en la orilla de la cama. Empujé sus hombros para que quedara acostada. Continuamos besándonos en la cama, mientras con mi mano acariciaba su conchita por encima de su panty, la cual estaba muy húmeda. Baje a chupar sus tetitas y luego continué besando su abdomen dirigiéndome hacia su sexo. Ella levantó su cadera para que pudiera yo remover su panty. Eso hice. Miré de reojo a nuestro invitado, quien seguía sentado. Lucas estaba acariciando su miembro lentamente por encima de su pantalón.

Ángela, ahora completamente desnuda, mantenía los ojos cerrados, sus brazos estaban a los lados de su cuerpo, en aparente relajamiento. Puso sus piernas ligeramente abiertas. Miré a Lucas, me dijo que Ángela tenía unos pezones muy hermosos. No respondí. Comencé a besar los muslos de mi mujer acercándome a su sexo. Ella movía sus piernas despacio abriendo cada vez más sus piernas. Por fin llegué a su conchita, estaba muy jugosa, con una cantidad de líquidos que no le había notado antes. Se la besé una y otra vez, haciendo que ella se retorciera cada vez que la besaba. Ángela levantó sus piernas colocándolas sobre mis hombros. Así comencé a lamer su conchita. Le lamía desde su ano hasta su clítoris, lo cual provocó que ella gimiera con fuerza, señal de que tendría su primer orgasmo. Eso sucedió. Fue quizá el orgasmo más rápido que ella había tenido. Tomó mi cabeza con sus manos, apretándola contra su vagina, de hecho ella con sus movimientos restregaba su sexo contra mi boca. Levantaba tanto su cadera que prácticamente solo sus hombros y cabeza quedaban sobre la cama. Tener su cadera al aire le dio mucha libertad de movimiento que le permitía hacer círculos, o subir y bajar con rapidez su cadera según ella lo disfrutara. Yo estaba sorprendido que gozara tanto del sexo oral, pues lo que más le gusta a ella es ser penetrada. Su orgasmo fue tan intenso que emitió un quejido muy fuerte, casi un grito, en la fase más intensa de su orgasmo. Así estuvimos un buen rato hasta que ella dejó de moverse.

– Ven acuéstate - dijo - ahora quiero chuparte a ti.

Eso hice. Con movimientos rápidos me acosté con las piernas abiertas y ella se hincó en medio de ellas y se dispuso a complacerme. Mi verga estaba semierecta, Ángela la masturbó para ponerla a punto. Una mano subía y bajaba a lo largo de mi miembro mientras la otra acariciaba mis testículos. Se agachó para introducirla en su boca, poco a poco lo fue haciendo hasta llegar a chupar más de la mitad. Como tiene sus manos pequeñas, puede masturbar el cuerpo de mi verga y chupar la cabeza. Sabe que me gusta mucho que me la mame de esa manera y así lo estaba haciendo, aunque ahora lo hacía con más fuerza. Luego bajó a chupar mis testículos sin dejar de masturbarme. Mientras lo hacía, Lucas habló:

* ¡Que rico la mama tu mujer! ¡Se nota que es experta!

Al escucharlo, ambos dirigimos nuestra vista hacia él. Sus pantalones y trusa estaban por sus pies, tenía sus rodillas abiertas y se estaba masturbando.

* ¡Jíjole!- exclamó Ángela- la tiene muy grande.

Era cierto, la verga de Lucas era mucho más grande y gruesa que la mía. Cabrón chaparro, quien se iba a imaginar que estaría bien dotado. Mi mujer regresó a mamármela con más pasión. Alternó su mano y su boca sobre mi miembro y con cierta frecuencia volteaba a ver a Lucas masturbándose.

* ¡Ojalá y me dieras una mamada así! – dijo Lucas.

Ángela comenzó a pasar su lengua sobre toda mi verga. Hizo círculos sobre la cabeza y le daba pequeños chupetones, luego trató de meterse todo mi miembro en la boca, lo logró. Creo que trataba de mostrarle que buena mamadora era. Yo vi que Lucas se levantó y retiró sus pantalones. Caminó para pararse detrás de Ángela. Observó detenidamente a mi mujer, quien se encontraba empinada. Se masturbó con más fuerza mientras continuaba viéndola.

* ¡Tiene un ojete muy hermoso tu mujer! – dijo Lucas.

Al escucharlo, Ángela volteó primero hacia la silla y al no encontrarlo, miró hacia atrás de ella. Lo ubicó. No dijo nada, solo abrió más las piernas y levantó más su colita. Ella colocó el codo de su brazo izquierdo sobre la cama y su mano debajo de mis testículos y con la otra me masturbaba despacio. Intentaba ver a Lucas detrás de ella. Lucas continuó hablando:

* ¡Su panocha está muy mojada! ¡Seguro que debe saber muy rica!

Sus palabras hacían que Ángela cerrara los ojos y me masturbara más fuerte. Seguro que estaba igual que yo, super caliente porque alguien más nos estaba viendo tener sexo.

* ¿Me permiten que le dé un beso a su culito? – nos preguntó Lucas.

Yo la miré, ella medio abrió los ojos y con sus señas me dijo que sí. Moví mi cabeza dando mi consentimiento. Lucas dio unos pasos hacia adelante, se hincó, puso sus manos sobre las nalgas de Ángela para separarlas y hundió su cara sobre su sexo. El cuerpo de Ángela se sacudió al contacto de su boca, ella puso los ojos en blanco y regresó a mamar mi verga, aunque solo lo hizo por poco tiempo. Sacó mi verga de su boca, y continuó solo masturbándola. Era evidente que Lucas le estaba lamiendo su sexo. Ángela colocó su cabeza sobre mi muslo y levantaba su cola lo más que podía. Al cabo de pocos minutos las sacudidas de su cuerpo anunciaron otro orgasmo. Los gemidos intensos de mi mujer eran muy excitantes.

Casi al final de su orgasmo, ella se levantó con brusquedad y me dijo que necesitaba ser penetrada. Inmediatamente colocó sus rodillas a los lados de mi cintura, tomó mi pene apuntalándolo en su vagina y se lo metió de un solo movimiento. Comenzó a moverse con desesperación, decía que se seguía viniendo. Yo tomé sus nalgas abriéndoselas para que Lucas mirara como me la cogía. Ella tomaba con sus manitas sus pechos apretándoselos y pellizcando sus pezones. Me cabalgó con violencia hasta que terminó de venirse. Mi verga seguía durísima, disfrutando los movimientos de mi mujer, que aunque con menos intensidad, seguía subiendo y bajando. Solo era cuestión de que Ángela se recuperara un poco para continuar cogiendo, yo sé que es una mujer que lleva el placer adentro de su vagina. Poco a poco fue moviendo su cadera más rápido cada vez hasta llegar a prácticamente brincar sobre mi verga.

De pronto vimos a Lucas casi desnudo, solo tenía puesta su camiseta, parado a un lado de la cama. Ángela se quedó con la vista clavada en su miembro, viendo cómo se masturbaba. Lucas se acercó lo más que pudo a la cama, soltó su miembro quedando éste completamente erecto con la cabeza apuntando hacia arriba, y le dijo a mi esposa: - si me quieres masturbar, adelante.

Ella miró hacia mí, no hice ningún gesto ni comentario. Con cierto temor ella estiró su brazo para agarrar su verga. Comenzó a masturbarla suavemente, luego con más velocidad y la fuerza. Los sentones que se daba en mi miembro se hicieron irregulares porque su cuerpo se hacía un poco de lado para poder alcanzar a Lucas. Así que él encontró una solución.

* Voy a subirme a la cama para que puedas hacerlo mejor – dijo Lucas.

Eso hizo. Se paró con sus piernas abiertas, colocando sus pies a la altura de mis hombros, quedando con su verga frente a Ángela. Desde abajo observé come ella tomó su miembro con las dos manos y lo comenzó a masturbar al mismo ritmo con que se clavaba mi verga. Sus manos pequeñas alcanzaban a tomar todo el cuerpo de su miembro dejando la cabeza libre. Lucas dio un paso hacia delate y puso sus manos sobre los hombros de ella. Ángela disminuyó sus movimientos, su cadera se movía hacia delante y atrás muy lentamente, con todo mi garrote dentro de ella. Puso la verga de Lucas muy cerca de su boca, sacó su lengua y comenzó a lamer la cabeza. Era inminente que no tardaría en mamarla. Así sucedió. Ángela soltó la verga y puso sus manos sobre las nalgas de Lucas, chupando con cuidado su miembro. En la posición que yo estaba, veía los huevos de Lucas balanceándose y la punta de su verga entrando y saliendo de la boca de mi mujer.

* ¡Que buena mamadora eres! – le dijo él.

Ángela le dio las mamadas más intensas y profundas. Luego tomó con una mano la base de su verga para masturbarla y mamarla al mismo tiempo. Ella comenzó a mover su cuerpo con frenesí. Se desencadenó en Ángela otro orgasmo. Las contracciones de su vagina fueron tan fuertes que sentí mi verga apretada como nunca antes. Un ardor recorrió todo mi cuerpo y se concentró en mi vientre. Justo cuando Ángela se sacó la verga de la boca para gemir mi verga descargó el primer chorro de semen dentro de ella. Mi venida fue tan intensa que cerré mis ojos mientras le aventaba los espermas. Tardé viniéndome. Cuando abrí mis ojos, ella seguía viniéndose. Movía su cara hacia un lado y hacia otro, sin dejar de masturbar a Lucas. Él se vino. Un chisguete de semen pasó al lado de la cara de Ángela, otro sobre su hombro, al sentirlo, ella lo masturbó más rápido haciendo que siguiera aventado la leche sobre su pecho. Tan pronto ya no salió más semen de Lucas, ella se acostó a mi lado, puso el dorso de su antebrazo sobre su frente y se dispuso a descansar, estaba desfallecida. Él fue a sentarse, recostándose en la silla. Yo me sentía un poco mareado por todo lo que había pasado. Nunca había experimentado venirme como lo hice en esta ocasión.

Unos minutos después Lucas nos preguntó si queríamos continuar con algo más. Ángela inmediatamente contestó que no. Ya había tenido suficiente y estaba muy cansada. Lucas no insistió. Comenzó a vestirse y antes de despedirse nos recordó que teníamos su teléfono para cuando quisiéramos cualquier cosa. Tan pronto salió de la habitación le pregunté a mi mujer que le había parecido. Me dijo que nunca había tenido tantos orgasmos en tan corto tiempo. Le pregunté que si volvería a repetirlo. Ella movió su cabeza afirmando su disposición.

* Pero antes – le recordé- me toca a mí contigo y otra mujer.

Ella se retiró para ducharse. Mientras se dirigía al baño, me dijo:

* Pues consigue a la otra, claro que ahora te toca a ti.

Por varios meses pusimos anuncio, pero no recibimos respuesta de alguna mujer. Ángela sugirió que quizá sería más fácil encontrar otra pareja. Tuvo razón. Encontramos otras parejas dispuestas a compartir. Pero eso…es otra historia.

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